Extraido de "Trama divina, hilvanes humanos" (Ed. PPC) Ignacio Echevarría, ruega por nosotros. El testigo fiel.
Jesús no engaña cuando invita a seguirle y anuncia que el dolor, la soledad, el miedo, incluida la violencia acompañarán al testimonio. La fe se proclamará siempre con sangre de mártires que la purifican y la hacen verdadera entre engaños revestidos de religiosidad y templos acomodados al bienestar en la calidad de su piedra y en la alabanza de sus propios exvotos seductores, pero no profundos. Hoy es un momento para pasar del templo de lo externo, de la institución asegurada, a la comunidad de la palabra y de la vida, en la minoría de la verdad hecha carne allí donde todo parece perdido. El testimonio vendrá de los creyentes sencillos y pobres.
| José Moreno Losada
DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Lucas 21,5-19
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”’, o bien: “El momento está cerca”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida». Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Ocasión de dar testimonio
La tensión de la historia afecta también a la Iglesia y su misión. Toda la historia de Israel está atravesada por esa conexión entre el pueblo y su proceso histórico, vinculado a la alianza y sus vaivenes. La comunidad cristiana cuando se ve zarandeada en medio los siglos, tanto por el mundo como por su propio interior deslavazado, ha de entender que está llamada a dar testimonio y que esa confesión madura de la fe va a pasar por la violencia que han de sufrir los que quieren caminar en la verdadera justicia y en la sinceridad del evangelio.
Echeverría, mártir, ruega por nosotros
Para no olvidar. Aquel día fui a celebrar la Eucaristía, y así lo prediqué: “Ignacio Echeverría hoy es la razón más fuerte que tengo para creer en la resurrección y eso por dos motivos: el primero porque él no ha tenido miedo al peligro y a la muerte en un contexto de terrorismo sin razón. Se ha entregado al ponerse en el lugar del débil, al jugarse el tipo a favor del otro. Ahí no puedo sino leer que sigue vivo el espíritu de Jesús resucitado, el que no le tiene miedo a la muerte, el que cree que el amor es más fuerte que la muerte, el que está con los crucificados de la historia; y el segundo porque la pregunta se ha hecho radical en mí una vez más por este Job cristificado de la historia actual: ¿no habrá justicia para quien ha dado la vida? ¿Cómo no va a haber resurrección para él, si sólo la resurrección puede hacer justicia a los justos sufrientes de la historia…?” Y consagré y comulgué sintiendo que en el Cristo resucitado me abrazaba a ti, y te sentía glorioso, victorioso… En ti no ha ganado la muerte, ni su miedo. En ti ha ganado el amor y la vida. Tu gesto no lo podemos enterrar, aunque sí lo hagamos con tu cadáver. Ponemos tu persona en el altar y la ofrecemos al Padre, en los sentimientos puros del hijo que se entrega, Por Cristo, con Él y en Él, ahí eres eterno Tienes la vida que nadie nunca te podrá quitar, aunque hayan acabado con tu cuerpo.
En la noche, cuando siento la necesidad de compartir estos sentimientos orantes, pido a Dios Padre por tu familia, por tus seres más queridos. Pido su consuelo y la fortaleza de la fe. Que la esperanza en la resurrección les pueda ayudar a superar esta injusticia terrena tan radical, le doy gracias al Padre por ti, tu vida y tu entrega, tu capacidad de amar y de arriesgar sin más cuentos ni obstáculos, y deseo que la fuerza del Espíritu que te habitó me habite a mí para vivir en el compromiso por la justicia, que nos ayude a todos a saber ponernos a favor de los débiles, frente a toda corrupción y violencia. Te pongo en la lista de los santos preferidos y rezo: “San Ignacio Echevarría, ruega por nosotros”.
El amor que da identidad y libertad
El reto creyente es poder proclamar y confesar que realmente Jesús de Nazaret es hijo de Dios. Santo Tomás de Aquino explica que Jesús de Nazaret nos muestra con mayor radicalidad su humanidad en la pasión, en concreto en la oración en el huerto de los olivos y en su sudor de sangre y sus lágrimas. Ahí en esa pasión de dolor amorosa es donde se muestra para todos, curiosamente, su ser Hijo de Dios; como reconoce el pagano al verlo expirar, cumpliendo todo en el amor.
Contemplar y celebrar la pasión de nuestro señor Jesucristo es lo que nos posibilita adentrarnos en la humanidad realizada según Dios. Jesús tiene su fundamento en el Padre y nos va revelando su identidad al paso de su descubrimiento personal del amor que Dios le tiene.
El credo personal de Jesús es el que le lleva a vivir en el riesgo mayor de la historia enfrentándose al mal y a su muerte. Entrega su miedo al amor para vivir la experiencia de la libertad sin límites en la resurrección. La muerte no tendrá la última palabra, pero para eso hay que entregar sin límites la vida. Ese es nuestro grito: el crucificado ha resucitado. Todo se ha realizado en la confianza en el Padre, en el “hágase” del hijo en la experiencia de abandono y soledad humana.
Vivir nuestro credo es aceptar que en el horizonte de nuestro existir no tenemos más tarea que llegar a ser nosotros mismos, a poder decir con Cristo “yo soy”. Nuestro yo está asegurado sólo en el amor de Dios. Dejarnos hacer por él en el tránsito de nuestra vida, recibir su cariño cuidadoso y dejarlo actuar por encima de cruces y soledades en nuestra propia existencia, será lo que nos haga auténticos y originales.
La fidelidad nos podrá llevar al dolor, al miedo, a la cruz; pero el resultado no será otro que mayor identidad y libertad. No puede ser de otra manera en la experiencia de descubrirnos, junto a Jesús, hijos queridos de Dios. Si nos dejamos hacer por Él, hasta los paganos acabarán confesando que tenemos un Padre bueno. Ojalá sepamos adentrarnos en tan gran misterio con la actitud de esa mujer sencilla de Nazaret en pie junto a la cruz: “Hágase”.
Notas hilvanadas
La historia interminable ELYELLA
“Tú que decidiste despertar en esa historia infinita”
(ELYELLA- La historia interminable)