Undécimo aniversario de su partida ¡Qué ganas madre ¡ ¿Deseo o certeza?

Las ventanas con luz, que ya tendremos tiempo de estar a oscuras. Me muero de ganas de ese encuentro tan deseado como esperado. Con toda luz
| Jose Moreno Losada
¡Qué ganas madre ¡ ¿Deseo o certeza?
(Con Javier Cercas, el loco de su madre)

En el libro de Javier Cercas que voy leyendo a ratos, me conmueve el personaje de la madre más que ninguno. Esa certeza de amor que volverá a encontrarse con la persona amada de su vida, Dios no puede hacerlo de otra manera. Tener esa certeza es la mayor fortuna que puede tener el hombre frente al misterio de sí mismo y de todo lo que le rodea.
Yo no sé si tengo esa certeza, pero me muero de ganas de tenerla. Hoy, este 22 de junio, cuando hace once años, que ascendiste a la plenitud desde la mayor debilidad en la fiesta del Corpus Christi, en la tarde. Aquella mañana oré en m interior hablándole a nuestro Dios, al que tú me enseñaste a mirar, diciéndole que sería un gran día para tu liberación y que lo pudieras hacer en paz. Hoy siento deseos de expresar lo que espero y quiero:
“Me muero de ganas de reencontrarme contigo, madre mía. Más por mí que por ti, que siempre me decías que lo que más te dolía era dejarme solo.
Quiero volver a oír tus tacones al salir para la misa al Cristo o volver con la compra y los churros para nuestro despertar. Prepararte para ir a las actividades de la parroquia de la estación sin perderte nada.
Escuchar tus palabras y tus risas al saludar a las vecinas y barrer la puerta bien temprano. Verte comprar y hacer amistades en el barrio, donde aún me paran para hablarme de ti.
Oler tu colonia de lo sencillo y de lo limpio. Sentir tus besos pesados y profundos fundidos en abrazos de una mujer pequeña para los hijos grandes.
Bailar contigo un pasodoble y el barrer de la escoba. Entrar en el eco del rezo de ese rosario tan diario como creyente y confiado para la vida y para la muerte de los seres queridos. Sentir tu ternura para el duelo de los abuelos en la pérdida del hijo querido.
Percibir el olor de los jazmines arrancados en la madrugada con la fresca para adornar la virgen de los Dolores y las fotografías de los seres queridos e inolvidables.
Los helados de nata y turrón en el verano. Hablar con tus vecinas en las tardes y noches de verano: Justi, Paula, Feli…Rodearme de tu patio lleno de macetas que te llenaban de orgullo secreto y que requerías su cambio cuando ya no podías arrastrarlas.
Las horas muertas con tu hermana y tus hermanos en esa casa sagrada. Sentir la ropa con el olor de tu azulejo y tu jabón verde que eran únicos a pesar de ser universales, ese blancor que ha de ser de gloria también, esa plancha que no tiene comparación.
Gozar de la familia unida y festiva, con bailes y cantes, de pobres alegres que saben que la riqueza es tenerse y cuidarse, sin límites…. La casa bien abierta, como el bolsillo y el corazón, porque no nos llevamos nada de nada.
Qué ganas de acoger de nuevo tus consejos y confidencias, de presente y de futuro, intento seguirlos con fidelidad.
Las ventanas con luz, que ya tendremos tiempo de estar a oscuras.
Qué ganas de llegar y que me presentes a Dios y a toda su corte celestial como hacías cada vez que me acercaba a ti en cualquier lugar del mundo, mostrando el mayor amor y la mayor gloria desde nosotros, tus hijos queridos.
Me muero de ganas de volverme a encontrar… si, en el cielo, en el que tu me dibujaste desde pequeño en los pliegues de mi corazón y del que me hablabas en los últimos tiempos cuando veías que ya llegaba tu partida. Ese cielo que querías para todos y por eso rezabas hasta tarde cada noche, recordándolos.
No olvidaré nunca como imaginabas tu llegada y el encuentro con todos los seres queridos que antes te habían precedido y el papel de cada uno en tu recibimiento. Yo también me imagino cómo me vas a recibir tú y me muero por el gozo que me dará sentirlo de una vez para siempre, sin vuelta atrás. Ahora vivo en el deseo vivo de esa certeza, que nunca lo he perdido y me mantiene en la esperanza de Cristo Resucitado.”
Por cierto, Javier Cercas, aún no he terminado el libro, pero te puedo asegurar después de once años de la marcha de mi madre, que la certeza creyente de la tuya es lo único que le da sentido a todo lo que es y existe. No puede haber otra, o vida o muerte.
José Moreno Losada, hijo de Dolores