"Llevar la Palabra a quien está marginado es un pequeño reto, pero una misión necesaria", aseguran La música y la fe atraviesan los muros de la prisión de Tarragona: un concierto que combina notas, esperanza y reflexión para los internos

Praiselord Group Music
Praiselord Group Music

En El Catllar, el Centro Penitenciario Mas d’Enric acogió el pasado 13 de noviembre un concierto de Praiselord Group Music, un grupo formado mayoritariamente por jóvenes que combina música y fe para llevar alabanza y esperanza a quienes la necesitan

Con piano, violín, guitarra y bajo, los músicos crearon un mensaje de oración cantada que llegó a los internos, ofreciéndoles un respiro dentro de la rutina del centro

Cuando las últimas notas callaron, los muros de Mas d’Enric quedaron impregnados de un silencio vivo, cargado de reflexión y posibilidades

En El Catllar, a pocos kilómetros de Tarragona, el Centro Penitenciario Mas d’Enric acogió el pasado 13 de noviembre un concierto poco habitual. Los muros grises, las puertas metálicas y los patios de cemento fueron testigos de la música y la oración de Praiselord Group Music, un grupo formado mayoritariamente por jóvenes que combina música y fe para llevar alabanza y esperanza a quienes la necesitan. Con piano, violín, guitarra y bajo, los músicos crearon un mensaje de oración cantada que llegó a los internos, ofreciéndoles un respiro dentro de la rutina del centro. Entre los participantes se encontraba también la violinista Anna Aldecoa, quien más tarde expresaría su sorpresa y admiración por lo vivido entre aquellas paredes: “Me llevé una buena impresión, el edificio es nuevo y con un auditorio bonito y grande”.

La joven Tecla Tortosa, cantante y autora de los textos de meditación, con el corazón acelerado y las manos ligeramente temblorosas, experimentó una mezcla de emoción y respeto. “Es un lugar prohibido, con un silencio que pesa y a la vez invita a mirar dentro de uno mismo”, recordaba después. Las puertas metálicas que se cerraban tras cada paso contrastaban con el calor humano que empezaba a sentirse dentro del auditorio. El ambiente era intenso, cargado de una expectación que llenaba el espacio antes de que sonara la primera nota.

Creemos. Crecemos. Contigo

La música como puente

El concierto comenzó con una sencillez que se hacía grande. Las notas de los violines de Andrea Perpinyà y Anna Aldecoa, las teclas del piano de Isabel Pérez y las voces del grupo llenaron el espacio con una música que no buscaba protagonismos: era un canto colectivo, un diálogo con Dios y con los corazones presentes. Aunque no pudieron llevar sus instrumentos habituales, el grupo se adaptó al material disponible en la prisión, demostrando que la música y la oración pueden traspasar cualquier limitación logística.

Los músicos ante la penitenciaría
Los músicos ante la penitenciaría

"Tecla Tortosa recuerda la papa Francisco: Traer la música y la fe aquí es exactamente acercarse a las periferias y recordar que nadie es invisible"

Poco a poco, la tensión inicial se transformó en complicidad. Algunos internos empezaron a mover los pies al ritmo de la música, otros siguieron las oraciones con un murmullo pausado, y una mirada de agradecimiento cruzó la escena del público hacia los músicos. Según Tecla Tortosa, el acto reflejaba también la idea del papa Francisco: acercarse a las periferias, a aquellos lugares y personas a menudo olvidadas, donde la esperanza y la Palabra son más necesarias. “Traer la música y la fe aquí es exactamente eso: acercarse a las periferias y recordar que nadie es invisible”, explicaba.

"Un interno obsequió a David Montenegro con un objeto de cerámica creado por él mismo. Para David,  aquella pieza, 'frágil y preciosa', resumía la esencia del encuentro: compartir esperanza y recibir gratitud en la misma medida"

David Montenegro, guitarrista y cantante, quedó conmovido ante un gesto inesperado: un interno, al finalizar el concierto, le entregó un objeto de cerámica creado por él mismo. Aquella pieza, “frágil y preciosa”, resumía la esencia del encuentro: compartir esperanza y recibir gratitud en la misma medida. Por su parte, Pérez, con los dedos aún vibrantes por las teclas tocadas, destacaba la concentración y el respeto de los internos, sumergidos en “un silencio cargado de significado”. Aldecoa, que vivía por primera vez una experiencia de este tipo, afirmaba que “me impactó la gran atención que prestaron los presos, el público más entregado y participativo que hemos tenido”. Ese contacto directo la transformó, hasta el punto de reconocer que “me llevo una serie de prejuicios totalmente destruidos”.

Oraciones y complicidades

Cada canción se convertía en una oración compartida. Tortosa recordaba un momento concreto: algunos internos recitaban las palabras de alabanza no como un gesto rutinario, sino como una expresión profunda de su deseo de paz. “Era como si aquella oración les llegara al corazón y ellos mismos la repitieran”, explicaba, emocionada.

Los detalles del centro, a menudo invisibles, adquirían una dimensión simbólica. El gran patio de cemento, con árboles y esculturas de cerámica, se transformaba en un escenario silencioso que recordaba a los internos la belleza que aún existe fuera de los muros. Figuras gigantes, como un caracol o un joven leyendo, parecían murmurar que el arte y la música pueden hacer habitable cualquier alma, incluso la más cerrada.

Praiselord Group Music
Praiselord Group Music

Observadores y testigos

El capellán Damià Tarragó, consiliario del grupo, observaba la escena con serenidad: “Llevar la Palabra a quien está marginado es un pequeño reto, pero una misión necesaria”. Carles Clanxet, organizador del concierto y bajista, añadía: “No era un premio ni un espectáculo, sino un acto de amor y reconocimiento por los gestos silenciosos dentro de la prisión”. En este ambiente, la música de Praiselord no solo entretenía, sino que abría ventanas a la esperanza y la conexión humana. “Me sentí bien acogida —reconocía Perpinyà— tanto por los trabajadores que prepararon todo para nuestra actuación como por los internos que se quedaron hasta el final sin marcharse de la sala”.

Silencio cargado de vida

Cuando las últimas notas callaron, los muros de Mas d’Enric quedaron impregnados de un silencio vivo, cargado de reflexión y posibilidades. Los internos, con sonrisas y gestos de gratitud, demostraban que incluso en los espacios más cerrados la música y la fe pueden establecer conexiones que atraviesan los límites del encierro. Algunos seguían con atención los gestos de los músicos, otros compartían miradas cómplices con los compañeros, como si la música hubiera creado un lenguaje común.

Al salir, los miembros de Praiselord —pianista, guitarrista, violinistas y cantantes— llevaban consigo la certeza de que siempre hay personas que necesitan la esperanza que la música y la Palabra pueden ofrecer. Atravesar las puertas del centro penitenciario significó también recordar que incluso en los entornos más cerrados pueden abrirse ventanas a la libertad interior, a la serenidad y a la confianza en lo que el futuro pueda traer.

Actuación de Praiselord Group Music
Actuación de Praiselord Group Music

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