David López Royo El espejo de la vida

David López Royo
David López Royo

La vida es un espacio para construir la historia que podrá afectar de manera positiva o negativa a la misma

Ojalá que todas las personas que tienen poder en la política, en la empresa, en los medios de comunicación y en la iglesia descubran que el espejo de la vida es no ejercer el poder con soberbia y sí con espíritu de servicio y con voluntad constructiva

La vida es un espacio para construir la historia que podrá afectar de manera positiva o negativa a la misma.

Hace unas semanas escribí que estaba dejándome llevar por el relato del libro "La noche enamorada de San Juan de la Cruz", escrito con maestría por Pedro Miguel Lamet.

Sin duda, muchas personas que me siguen en mis artículos se podrán identificar con varios párrafos de este libro. Lo que se dice en la página 171 tiene mucho que ver con la historia de nuestras vidas. Habla del poder de la inquisición y de cómo se condena a una mujer que, al final es liberada, con una pena menor. No la queman; pero sí le dan 200 azotes y la condenan a 6 meses de cárcel. No es culpable de nada; pero en su historia de vida, habiéndola acusado sin pruebas fehacientes, la única manera de rectificar el error es que quede ante la opinión pública que, al menos, ha tenido un castigo.

Quienes ejercen y disponen de poder son las personas que muchas veces van marcando la historia de nuestras vidas. No importa la dedicación y la entrega que hayamos prestado a solucionar problemas y situaciones delicadas; lo que importa es el relato que los poderosos puedan hacer acerca de nuestro hacer y de nuestro estar.

Si miramos a nuestro alrededor descubriremos situaciones en donde la historia que pretenden construirnos está cargada de negatividad, lo que ocurre, por tanto, es que se distorsiona todo lo positivo que se haya construido hasta ese momento. Es como si se recibieran 200 azotes. La persona castigada queda tocada y su futuro maltrecho.

La noche enamorada De san Juan de la Cruz
La noche enamorada De san Juan de la Cruz

Esto que puede ocurrir a nivel personal también ocurre en las instituciones y en los países. Podríamos preguntarnos cuáles son los azotes que nuestra realidad política y social está sufriendo en estos momentos.

El devenir de la historia , y en concreto de la historia de cada persona, es un espejo de la vida.

En la página 188 el libro nos sitúa en la parte humana de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa. Existe, diríamos hoy, una estrategia en Santa Teresa para unir lo espiritual a la parte material de la vida. Santa Teresa nos recuerda de esta manera que hay que ser prácticos y resolutivos. Lo que acontece no se puede cambiar, hay que asumirlo. Lo que procede es construir desde la experiencia y no dejarse abatir por lo sucedido.

Nuestro espejo es nuestra vida. En la misma pueden existir momentos complicados y duros; pero lo que cuenta, al final, es todo aquello que se ha hecho desde el bien y con buen fondo.

Santa Teresa llamaba a los conflictos "la gran tempestad de los trabajos", vivió varias situaciones complicadas; pero su enseñanza es que nunca debemos de perder la esperanza. Los momentos complicados de la vida, son sencillamente eso, momentos. Todo termina pasando y todo vuelve a su cauce.

En la página 222 en el capítulo que lleva como título "cárcel y cántico" se relata el interés de quien sirve como hilo conductor del libro por conocer la suerte que corrió San Juan de la Cruz "en medio de la tempestad que aquellos años arreciaba en el seno de su orden. Como tantas otras pugnas de estos tiempos, la sedición y el embrollo tenían visos de novela de caballerías, aunque sus personajes poderosos, reyes, desfacedores de entuertos, damas, pícaros, caballeros idealistas, monstruos y malandrines fueran desgraciadamente personas de carne y huso bien reales"

San Juan de la Cruz tuvo permanentemente que mirar al espejo de la vida, por cuanto vivió momentos complicados y difíciles; pero no menos que los que experimentó Santa Teresa. En la página 223 se relata la reelección de Santa Teresa de Jesús como priora del monasterio de la Encarnación. Muy dura tuvo que ser la experiencia por la presión ejercida hacia las monjas que decidieron votar por ella. La votación llegó hasta el Rey de España.

Uno de los momentos duros fue cuando se lo llevaron preso junto a fray Germán, está escrito en libro que "fray Juan se lo veía venir -me comentó Ana María, la monja de la Encarnación, la que conservaba el Cristo pintado por el humilde confesor- . Yo creo que Nuestro Señor le había revelado en la oración los grandes trabajos que le sobrevendrían".

Pedro Miguel Lamet, con su última novela
Pedro Miguel Lamet, con su última novela

El espejo de la vida está siempre lleno de sorpresas; pero lo que nunca se puede perder en el devenir de la historia es el espíritu constructivo que las personas debemos de tener. Es verdad que las dificultades merman las capacidades; pero al mismo tiempo tienen que ayudar a ir poniendo las cosas en su sitio, no con soberbia ni con rencor, sino con paz y serenidad. Existe una expresión de San Juan de la Cruz que, es precisamente, una canto a la paciencia y a la calma "para ir a donde no sabes has de ir por donde no sabes". El autor del libro nos recuerda que "en medio de la nieve, el paisaje, como pintado a carboncillo, se abría ante él cual página blanca sin escribir, como si en aquel momento estuviera comenzando un nuevo libro de su vida, con la experiencia del vacío de la mayor pobreza que puede afectar a un hombre: la falta de libertad"

En cierta manera San Juan de la Cruz asume con tranquilidad la situación sabe que el tiempo siempre se encarga de poner las cosas en su sitio y hacer que el espejo de la vida sea el lugar más entrañable para vivir. Absolutamente nadie podrá deshacer la historia vivida y el bien que cada uno de nosotros haya podido realizar a lo largo de la misma.

Ojalá que todas las personas que tienen poder en la política, en la empresa, en los medios de comunicación y en la iglesia descubran que el espejo de la vida es no ejercer el poder con soberbia y sí con espíritu de servicio y con voluntad constructiva.

Lamet pone en la persona de que quien relata la historia de San Juan de la Cruz en este libro lo siguiente "Los ojos cansados se remansaban con solo contemplar. Imaginé la llegada del exencarcelado de Toledo, un Juan enjuto a sus treinta y seis años, la piel pegada a los huesos, la mirada hambrienta de colores. Respiré hondo el ungido olor a jara y tomillo y descendí curioso hacia el conventillo con la sensación de estar penetrando el otro mundo. ¡Qué lejos yacía aquel lugar de las intrigas de la corte y de las insidias de la Inquisición! ¡Y qué remota entonces para Juan la guerra intestina de su orden, que había sufrido en propia carne y en aquella ballena como él llamaba a su desmedida prisión!

Sencillamente este es el espejo de la vida y cada persona tiene su propio espejo. También la historia está construida por espejos, que son esos momentos que pueden ayudar a construir o pueden ser espacios para la destrucción; la responsabilidad está en cada persona.

David López Royo

Sociólogo.

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