La normalidad que deseamos está, todavía, por llegar ¿Quién quiere construir?

David López Royo
David López Royo

"Ómicron, todo pivota alrededor de este nombre. Miles y miles de afectados, siguen los informativos marcando tendencia. la normalidad que deseamos está, todavía, por llegar"

"La enseñanza que deberíamos de sacar es que ciudadanos y empresarios, personas emprendedoras, tendríamos que empezar a pensar en buscar una solución adecuada, justa y solidaria"

"Habría que preguntarse ¿quién quiere construir una sociedad que siga respondiendo a vivir en libertad y a salvaguardar nuestro patrimonio?"

"De la respuesta que demos a esta pregunta se derivará la manera de configurar una sociedad que tenga voluntad de construir una democracia que respete estos dos grandes ámbitos, la libertad y la propiedad"

Ómicron, todo pivota alrededor de este nombre. Miles y miles de afectados, siguen los informativos marcando tendencia, porque más del 65% de su tiempo no dejan de hablar de este extraño elemento que está, literalmente, “rompiendo nuestras vidas”.

Llegaremos, desde luego, al objetivo, que no es otro que, al menos, en una buena parte del mundo se convierta en una endemia a la que habrá que tratar periódicamente y, de momento, con vacunas; después aparecerán, probablemente, otros fármacos que irán calmando la tempestad que la covid ha generado, mientras tanto llevamos revolucionados aproximadamente dos años.

El mundo en estos 24 meses ha cambiado muchísimo, queremos alcanzar una normalidad que no terminamos de centrar, y si bien es cierto que algo hemos avanzado, la normalidad que deseamos está, todavía, por llegar.

Las personas hemos sido arrolladas por una pandemia que no nos terminábamos de creer; pero también las empresas han tenido que ir adaptándose a nuevos parámetros organizativos, intentando dar respuesta a un cambio de demanda de los bienes que producen o pretenden poner en valor.

Hemos entrado en una inflación desmesurada y, claro, sus consecuencias empiezan a ser muy latentes. Perdemos poder económico y esto no hace bien a nadie, seamos conscientes, a nadie. Afecta a los ciudadanos; pero también al tejido empresarial que, desde luego, no queremos que esto siga avanzando descontroladamente porque, entonces, subirán los niveles de pobreza. De esto muy pocos hablan; pero, está ahí. No nos olvidemos de ello.

La enseñanza que deberíamos de sacar es que ciudadanos y empresarios, personas emprendedoras, tendríamos que empezar a pensar en buscar una solución adecuada, justa y solidaria. Se trataría de profundizar en el significado del bien común y de cómo se podrían alcanzar unas relaciones económicas y comerciales basadas en este principio, que debería de concluir en una economía interactiva y positiva para el conjunto de la sociedad.

No me he referido, hasta el momento, a los políticos. No podemos pensar que no se preocupan, yo entiendo que sí, que están tensionados y que no terminan de hallar el proceso más adecuado para lograr sacarnos de esta crisis que, no es económica exclusivamente, es ante todo social.

Pero en este “no podemos pensar que no se preocupan” convendría recordarles que cada día que pasa, los ciudadanos que todos los días tenemos que mirar por solucionar los problemas que ha causado, hasta ahora la pandemia de la covid, nos sentimos alejados de sus parámetros interpretativos. Se está dando una brecha social e ideológica con las fuerzas políticas porque seguimos viendo a los políticos encerrados en su mundo, un mundo que, por cierto, no responde a lo que cotidianamente tenemos que construir los ciudadanos normales, vamos, los que no vivimos del hacer político.

"Los políticos sobrevaloran su acción política y los ciudadanos, en una gran mayoría, pensamos que pertenecen a otro mundo"

Es cierto que, todavía, no se ha roto el cordón umbilical que nos une a los partidos políticos; pero esto puede estar muy cerca de ocurrir. Han existido amagos, aparición de Podemos, luego Juntas Podemos, después Más País, Ciudadanos, Vox, ahora la España Vaciada, y alguno más, todos con el objetivo claro de destronar al Partido Socialista Obrero Español y al Partido Popular y de resolver nuestros problemas. La amenaza estaba servida y, desde luego, siguen estas fuerzas políticas en el intento de que su anuncio de aparición logré romper el cordón umbilical del equilibrio sensato y sereno de las fuerzas políticas con tradición y experiencia de gobierno. De hecho, en parte, ya lo han logrado.

Sin embargo, los resultados no están siendo muy exitosos. Los hay que pueden creer que sí; pero la gran mayoría, mayoría silenciosa, creemos que no.

Construir es algo más que repartirse el poder y los ciudadanos nos damos cuenta qué las fórmulas de juntarse para gobernar no son nada positivas para el conjunto de la población y ni siquiera constructivas para las fuerzas que han decidido emprender este camino de reparto de poder, porque seamos sinceros no hay gobierno hay reparto, tu en el tuyo y yo en lo mío.

El Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español tienen una alta responsabilidad en todo lo que está ocurriendo y no pueden seguir dándose la espalda; pero allá ellos si lo siguen haciendo.

La endemia, qué llegará, precisará de acuerdos y de estrategias que miren a la globalidad de España dejando atrás todo aquello que pueda romper el equilibrio de una sociedad que se construye basada en la libertad y en la propiedad privada. Los regímenes comunistas no pudieron terminar con esta forma de constituirse como sociedad.

Nuestra democracia desde el Derecho está basada, en buena parte, en los principios del Derecho Romano, así siguiendo a mi profesor de Derecho Romano, Javier López de Goicoechea Zabala, se puede decir que el principio de propiedad está en el adn de nuestro ser, que quiere vivir en libertad y tener sus bienes propios “si por derechos reales entendemos las facultades jurídicas de obrar que mantienen por objeto inmediato y directo las cosas, por derecho real de propiedad debemos entender el más amplio poder de dominación jurídica de una persona sobre una cosa. Y si bien Roma entendió la propiedad como el principal derecho privado de sus ciudadanos, también desarrolló las limitaciones legales a dicha propiedad que fueron ampliándose a medida que el propio Derecho Romano fue evolucionando”.

Por tanto, habría que preguntarse ¿quién quiere construir una sociedad que siga respondiendo a vivir en libertad y a salvaguardar nuestro patrimonio?

De la respuesta que demos a esta pregunta se derivará la manera de configurar una sociedad que tenga voluntad de construir una democracia que respete estos dos grandes ámbitos, la libertad y la propiedad y esto es compatible con el ejercicio del bien común. El bien común es mirar y procurar por el bienestar de todos los ciudadanos y articular el proceso necesario para que nadie termine en una situación de vulnerabilidad social.

Dibujar una sociedad que esto lo logre es intentar construir desde la positividad.

La siguiente pregunta que nos queda por hacernos, una vez que hemos decido que la positividad sea nuestro eje central, tendría que ser ¿qué partido político está en la dinámica de hacer valer lo que he señalado en este artículo de opinión?

La respuesta pertenece a nuestra esfera privada. Reflexionemos y actuemos apoyando a aquella fuerza política que más semejanza tenga con una democracia que basa su hacer y su ser en el fomento real de la libertad, en la salvaguarda de la propiedad privada y en el desarrollo del bien común como expresión de la lucha contra la vulnerabilidad social.

Mientras tanto, mis queridos lectores, apliquemos nuestro gran sentido común, y apoyemos proyectos que podamos construir entre los ciudadanos de a pie y los empresarios, emprendedores que buscan activar la economía con principios y valores.

Valores democráticos

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