Sobre la inauguración del PUAM en Sarayaku Una minga del conocimiento: se hace realidad uno de los sueños del sínodo amazónico

Impulsados por la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) y de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), se ha inaugurado en Sarayaku, el pasado 31 de mayo, en lo profundo de la selva, el programa universitario amazónico (PUAM); una “minga del conocimiento”, como dijo uno de los dirigentes, Franco Viteri.
Se hace realidad uno de los sueños del sínodo amazónico que, con su oído y corazón puestos en los pueblos originarios y en su selva, sintió la necesidad de una universidad en este vasto territorio.
La minga, unir las fuerzas en un propósito común, es lo más frecuente entre los indígenas y lo es, por supuesto, en Sarayaku, a orillas del río Bobonaza, en el oriente ecuatoriano; la minga no es solo trabajo es también una fiesta, se suda y se toma chicha, hay esfuerzo y también alegría. En este espíritu, de trabajo y de fiesta, es que, impulsados por la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) y de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), se ha inaugurado, el pasado 31 de mayo, en lo profundo de la selva, el programa universitario amazónico (PUAM).
Una “minga del conocimiento”, como dijo uno de los dirigentes, Franco Viteri, en la que las ciencias y los saberes ancestrales se unirán para la formación de las nuevas generaciones. Se hace realidad uno de los sueños del sínodo amazónico que, con su oído y corazón puestos en los pueblos originarios y en su selva, sintió la necesidad de una universidad en este vasto territorio.

Sarayaku, en el Vicariato Apostólico de Puyo, lugar escogido para echar a correr el PUAM, tiene trayectoria y su nombre es muy conocido; es, como dice Mario Santi, el estudiante que habló a nombre de todos, un pueblo icono: fue allí, hace ya unos años, con el tesón de los sabios y de las autoridades, con la decisión de la señora Hilda Santi y muchos otros, que la comunidad plantó cara al Estado Ecuatoriano y a las compañías petroleras y en los tribunales internacionales hicieron prevalecer la vida por encima de la explotación; es allí, donde todos se han puesto de acuerdo para que en sus escuelas y colegio haya un modelo de educación propio, desde la cultura y la lengua kichwa, con los valores y sabiduría de los ancestros; de allí es la líder Patricia Gualinga, vicepresidenta de la CEAMA y desde siempre defensora de los derechos de los pueblos indígenas y de la madre tierra, la Pachamama; allí es costumbre de la comunidad discutir y llegar a consensos; allí se habla de las personas, de los ríos, de los árboles, de los animales, como un solo ser vivo, kawsak sacha, y la espiritualidad se vive como conexión de todo con todo.

La carrera inicial que ofrece el PUAM, avalada por la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, es “Gestión integral del territorio amazónico” y se abre con un curso piloto sobre derechos humanos en la Amazonía. Simultáneamente, en Brasil, Colombia y Perú, con el apoyo de otras universidades de inspiración cristiana, se están iniciando procesos similares. Mauricio López, director del PUAM, estaba descalzó al firmar, junto a las autoridades, el convenio que da origen al programa, y en ese gesto se deja ver la espiritualidad con la que la Iglesia y nosotros misioneros queremos ponernos al servicio de estos pueblos, y ofrecer estos programas, descalzos, porque es tierra sagrada y porque por aquí anda Dios y sus huellas están marcadas mucho antes que las nuestras.
El PUAM empieza y el papa Francisco, desde el cielo, estará sonriendo y dando gracias, por este deseo suyo que se cumple; en los discursos inaugurales volvió una y otra vez su recuerdo y no faltaron los saludos de los dirigentes indígenas, los kuraka, al Papa León, seguros de que también él llevará a cumplimiento lo que inició su predecesor. Con la educación otro mundo es posible.
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