Acerca de Xosé Manuel Carballo

Me nacieron, según me cuentan y consta en algún registro, un 29 de abril del año 1944. No recuerdo la hora porque estaba dormido y me despertaron sobresaltado los gemidos de mi madre y un aire fresco al que no estaba acostumbrada mi cabecita. Agradezco a mis padres, a toda mi familia próxima y a la FUENTE de la VIDA que tomases esa decisión por mí, ya que en aquella época no me sentía capacitado para tomar decisión tan trascendental. Algunos dicen que soy un manitas, pero, a diferencia de otros, nunca me oiréis decir que me hice a mí mismo. También me dijo alguna, sin llegar poner en peligro mi opción más o menos forzada, pero asumida, por el celibato, que soy (fui) feíllo pero resultón. Os aseguro que si me hubiese hecho a mí mismo sería igual de feíllo y seguramente nada resultón, porque parece ser que eso depende mucho de la herencia.

Después de nacido me siguieron creciendo. No me multipliqué, por imperativo legal desde el Concilio de Elvira, que se llamó como mi mamá aunque tenía menos sensibilidad que ella y más preocupación por la división de bienes más eclesiásticos que eclesiales. Tampoco me morí ni me murieron todavía, aunque cerca anduvo en más de una ocasión.
Me crecieron durante los 10 primeros años sólo como niño de aldea de la que los no entendidos llaman La Galicia Profunda. Desde los 10 años a los 22 me siguieron creciendo como niño de aldea sí, pero con disposición de promocionar. A los 23 tuve mi primer Ordenador canónico al que siempre quise mucho y todavía hoy recé por él, se llamaba Don Jacinto Argaya y me ordenó un día inolvidable del mes de Junio de 1.967 el monumental Iglesia de Villanueva de Lorenzana, pero se me olvidó el día exacto y no lo recuerdo sin mirarlo. No os extrañéis del olvido, que ya cumplí los 72. Al finalizar aquel programa de mi Ordenador ya yo era todo un Señor Cura y hasta mis padres me besaron las manos, olvidándome yo, no sé si por la emoción o por lo que me habían dicho de la dignidad del sacerdocio ministerial, de besar las suyas,encallecidas, que gozaban del sacerdocio bautismal.

Después de algunos años en los que pude acabar de hacerme relativamente adulto en el contacto con muy buenos compañeros formadores del Seminario se Mondoñedo-Ferrol, volví a la Aldea como cura rural. Después de luchar entre labradores y ganaderos por subsistir con la ayuda de Dios, caí en la cuenta de que, por muy cura que yo sea, el mundo rural no tiene cura. Está herido de muerte y solo podemos, por muy heroicos que seamos los curas rurales, ayudarle a bien morir. Y eso, no porque así lo quiera Dios, sino por desidia de quienes tuvieron y tienen el sacrosanto deber de ayudarle a mejor vivir.
Y de mí. Lo que se dice de mí, nada más pudo decir, porque en su mayor parte lo que soy y lo que tengo me lo donaron otros.
Bueno, para terminar diré que entre los muchos milagros que se obraron en mí, como en ti, el penúltimo es que desde hace tres años pasé de hablar por los codos a hablar por un tubo, gracias a una laringectomía total que me regalaron las multinacionales tabaqueras.
De todos modos doy gracias a Dios por la voz que tuve y por la que tengo y porque el cáncer de laringe no me afectase a la palabra. Gracias a eso pude contar estas cosas.

Objetivos del blog
-Responder a la invitación de unos amigos
-Servirme de un púlpito escrito y semi-laico ahora que, debido a la operación de laringectomía, dejé de hablar por los codos y me pasé a hablar por un tubo.
-Asomarme desde mi aldea , Samartiño de Goberno, llevando conmigo algo del mundo rural que me configura, a la ventana al mundo que me ofrece Religión Digital
-Dar motivos a más de un fariseo profesional de la intolerancia y el cabreo para qué no se jubile.
-Mojar de Evangelio a algún confiado lector que cuando se dé cuenta de abrir el paraguas ya está empapado por vía indirecta.
-Cultivar mi Ego hasta tratarme de usted cuando me mire al espejo.
-No desaprovechar ningún peldaño para subir y subir.
-Llenar un tiempo de prórroga que se me regaló.
-Devolver algo de lo mucho que recibí.
-Dar salida a todos los objetivos con los que me engaña mi subconsciente.
Volver arriba