Casualidades o causalidades?

En castellano y a continuación en galego

Se escucha o se lee a menudo que no existen casualidades, sino causalidades, dando a entender que todo acontece por algo. También lo creo así, pero me olvido muchas veces y vuelvo a atribuir a la casualidad aquellos hechos que me llaman la atención y no sé por que ocurren.


Hago esta pequeña introducción para narrar algo que no sé porque fue, pero fue. Tampoco sé el interés que puede despertar para que se fije algún lector o lectora, pero también puidrera darse el caso de que les haya ocurrido algo parecido.
Pronto será el primero anivarsario de la muerte de un compañero al que me referí aquí mismo no hace muchos días, Evaristo Lorenzo Orol de Recaré del Valle de Oro y provincia de Lugo.

Hizo en el mes de julio 67 años que nos conocimos en el seminario de Vilanova de Lourenzá. Ya llovió, escampó y volvió a llover y a escampar. Desde entonces siempre fuimos grandes amigos, pero, pasados los primeros tiempos de curas, en que nos veíamos muy a menudo e incluso él venía por nuestra casa y se hizo amigo de parte de mis amigos y amigas de por aquí, han pasado hasta dos años sin vernos, debido a que él estaba por la zona de Ferrol y yo por la Terra Chá, a hora y media de distancia y con bastes ocupaciones cada uno.

Llegaron los achaques de salud y sabiendo uno del otro e incluso llamándonos por teléfono, fuimos llevándolos lo mejor que pudimos sin cuidarnos mucho ninguno de los dos Ambos pasamos temporadas inutilizados por motivos difetrentes pero con resultados semejantes.

Bien, pues voy al caso de que, a finales de agosto del año pasado me entraron unas ganas locas de que viniera a pasar dos o tres días conmigo. Él no estaba bien pra conducir, pero entonces podía hacerlo, en cambio hubiera tiempos anteriores en que no podía y había estado en silla de ruedas por problemas de circulación de sangre. También a él le entraron ganas de venir y pusimos día para ir a esperarlo en mi coche a unos cinco kilómetros, a Castro de Rey para que no se perdiera, porque desde que vino la última vez se hizo la concentración parcelaria y cmbiaron de sitio los camiños. Aclaro que aunque estoy operado de laringe, conducir puedo, porque antes ya no conducía con la garganta.

Llegó a su hora y, como nos cuadraba en camino, me siguió hasta el monumento al Sagrado Corazón de Santa Locaia. Allí contemplamos durante un rato la maravillosa panorámica de la Terra Chá que puede verse todo alrededor y rezamos juntos. Rezamos con un fervor y con una emotividad especial. No digo esto ahora por oportunismo. Lo hablamos allí mismo.

Ya en casa, hizo muy buenas migas con todos y después de cenar, allá estuvo de parrafeo con mi hermana enseñándole un álbum de fotos del homenaje que le habían hecho los feligreses con motivo de los 50 años de cura y de su jubilación.

Yo me fui pará la salita porque me reclamaba el ordenador que cogió el vicio de ordenarme como si yo fuera su criado.




Le tenía reservada una sorpresa para el día siguiente: comer una hogaza de torreznos “unha bola de liscos”, si podía, y si no, probarla, en casa de Florentina de Cal y de su esposo Daniel, en compañía de otros cinco amigos de años mozos, pero sin que lo supieran ellos ni él hasta encontrarse. Florentina sí que lo sabía, claro, y lo sabía igualmente Antonio Domínguez, uno de los ocho de la pandilla, cura también, pero él no se dejó ver en los primeros momentos. Llegamos y dije:

-Me vino a ver este señor sin llamar ni contar con él y lo invité a venir conmigo. ES de confianza.Tratadlo bien.

Lo saludaron muy educadamente, que todos son gente de carrera y él correspondió como se debe. En esto apareció Antonio:

-Óla, Evaristo.

-¡Oh!, ¿y tú que haces aquí, Domínguez?- se sorpremdió él.

Se fijaron todos y aventuró uno:

-¿Evaristo? ¿Pero tú no serás el Evaristo compañero de José Manuel?

-Soy... ¿y tú eres….?

-Yo soy Onésimo, pero antes tuve pelo.

A continuación, besos abrazos y sorpresas disimuladas o no por cómo se conservaba cada uno. Los hombres con el pelo que nos queda blanco y en cambio las mujeres de la misma edad aproximasamente con él negro o rubio. ¡Que cosas!

Por veces sudaba Evaristo a pesar de que el local era fresco y en algún momento tuvo que salir a fuera durante la comida, a tomar el aire.

Ya había dicho la víspera que tenía que marchar aquel día por la tarde y no podía quedarse más tiempo, como habíamos proyectado .

Así que ahí por las cinco y media se despidió dando las gracias.




Como hijo de familia humilde y con muchos hermano había aprendido a ser agradecido ya antes de estudiar las normas de urbanidad por el libro.En la despedida fui el único que no le di un abrazo ni me moví de la silla y él tampoco insistió. Fue la despedida más aparentemente fría de todas y no obstante se oían golpear los dos corazones. El suyo muy descompasado ¿Casualidad?, ¿Puro azar, un efecto más sin cosa?

No tardó en mandarme a decir que le había dado un telele y que estaba ingresado en el hospital. Echó una semana poco más o menos y le dio tiempo a andar probando un móvil nuevo con whatssap que alguien providencialmente le había regalado, y me mandó una foto en pijama. Me fijé en que tenía el vientre muy avultado y le gasté una broma referente a un embarazo tardío, para que pensase que yo no pensaba lo que pensaba.

En sus pruebas creó un grupo de whatssap con el nombre: “Sobriños” y, mirad qué casualidad tan grande: me metió en él, y las sobrinas y sobrinos no me dejaron salir. Me metió en la familia. ¿Otra casualidad?

La muerte no le llegó por casualidad. No. Hubo causa, aunque no consta así en la defunción. Murió porque tenía mucho corazón. Sí. Física y realmente a Evaristo no le coupo el corazón en la caja. Le dio por crecer al órgano vital por tanto amar y la caja no creció al mismo compás y zás, ¡explotó! En cambio mi corazón anda flojo por el pecho. Le sobra espacio y en los electrocardiogramas los espacios vacíos aparecen en gris oscuro.

Me gustaría saber la causa, pero mientras tanto me resulta cómodo decir que es por casualidad. Además para los que dicen no creer en Dios, la casualidad da respuesta la muchas preguntas.

En galego
Casualidades ou causalidades?
Escóitase ou lese a ,miudo que non existen casualidades, senón causalidades, dando a entender que todo acontece por algo. Tamén o creo así, pero esquézome moitas veces e volvo a atribuír á casualisade aqueles feitos que me chaman a atención e non sei por que ocorren.



Fago esta pequena introdución para narrar algo que non sei porque foi, pero foi. Tampouco sei o interese que pode espertar para que se fixe algún lector ou lectora, pero tamén puidrera darse o caso de que lles teña pasado algo parecido.

Logo vai ser o primeiro cabodano do pasamento dun compañeiro ó que me referín aquí mesmo aínda non hay moitos días, Evaristo Lorenzo Orol de Recaré do Valdouro. (Lugo)

Fixo no mes de xullo 67 anos que nos coñecimos no semirario de Vilanova de Lourenzá. Xa choveu, escampou e volveu a chover e a escampar. Desde entón sempre fomos grandes amigos, pero, pasados os primeiros tempos de curas, en que nos víamos moi a miudo e mesmo el viña pola nosa casa e fíxose amigo de parte dos meus amigos e amigas de por aquí, teñen pasado ata dous anos sen vernos, debido a que el estaba pola zona de Ferrol e u pola Terra Chá, a hora e media de distancia e con bastes ocupacións cada un.

Foron chegando os atrancos de saúde e sabendo un do outro e mesmo chamándonos por teléfono, fomos levándoos o mellor que puidemos sen coidarno moito ningún dos dous Ambos pasamos tempadas inutilizados por motivos difetrentes pero con resultados semellantes.

Ben, pois vou ó caso de que, a remates de agosto do ano pasado entráronme unhas ganas tolas de que viñese pasar dou ou tres días comigo. El non estaba ben pra conducir, pero daquela podía facelo, en cambio houbera tempos anteriores que non podía e estivera en cadeira de rodas por problemas de circulación do sangue. Tamén a el lle entraron ganas de vir e acordamos un día no que o fun esperar no meu coche a uns cinco quilómetros, a Castro de Rei pra que non se perdese, porque desde que veu a última vez fíxose a concentración parcelaria e cmbiaron de sitio os camiños. Aclaro que aínda que estou operado de larinxe, conducir podo, porque antes xa non conducía coa gorxa.

Chegou á súa hora e, como nos cadraba en camiño, seguiume ata o monumento ó Sagrado Corazón de Santa Locaia. Alí contemplamos uns intres a marabillosa panorámica da Terra Chá que pode verse todo arredor e rezamos xuntos. Rezamos cun fervor e cunha emotividade especial. Non digo isto agora por oportunismo. Falámolo alí mesmo.

Xa na casa, fixo moi boas migas con todos e despois de cear, aló estivo de parrafeo con mina irmá Fe, ensinándolle un álbum de fotos da homenaxe que lle fixeran os fregueses con motivo dos 50 anos de cura e da xubilación.

Eu funme prá saliña porque me reclamaba o ordenador que colleu o vicio de ordenarme coma se eu fose o seu criado.



Tíñalle reservada unha sorpresa pró día seguinte: comer unha bola de liscos, se podía, e se non, probala, na casa de Florentina de Cal e do seu home Daniel, en compañía de outros cinco amigos de anos mozos, pero sen que o soubesen eles nin el ata atopárense. Florentina si que o sabía, claro, e sabíao igualmente Antonio Domínguez, un dos oito da pandilla, cura tamén, pero el non se deixou ver nas primeiras. Chegamos e dixen:

-Veume ver este señor sen chamar nin contar con el e inviteino a vir comigo. É de confianza.Tratádeo ben.

Saudárono moi educadamente, que todos son xente de carreira e el correspondeu como se debe. Nesto apareceu Antonio:

-Óla, Evaristo.

-Oh, e ti que fas aquí, Domínguez?- amilagouese el

Fixáronse todos e aventurou un:

-Evaristo? Pero ti non serás o Evaristo compañeiro de José Manuel?

-Son…, e ti es…. ?

-Eu son Onésiomo pero antes tiven pelo.

A continuación, bicos abrazos e sorpresas disimuladas ou non por como se conservaba cada un. Os homes co pelo que nos queda branco e en cambio as mulleres da mesma idade pouco máis ou menos, con el negro. Que cousas!

Por veces Evaristo suaba a pesares de que o local era fresco e nalgún momento tivo que saír a fóra durante a comida, tomar o aire. Xa dixera a véspera que tiña que marchar aquel día pola tarde e non podía quedarse máis tempo, como proxectáramos.

Así que aí polas cinco e media despediuse dando as gracias.



Como fillo de familia humilde e con moitos irmáns aprendera a ser agradecido xa antes de estudar as normas de urbanidade polo libro. Na despedida fun o único que non lle din unha aperta nin me movín da silla, e el tampouco insistiu. Foi a despedida máis aparentemente fría de todas e non obstante oíanse petar os dous corazóns. O del moi descompasado Casualidade?, puro azar, ou un efecto máis sen cousa?

Non tardou en mandarme dicir que lle dera un telele e que estaba ingresado no hospital. Botou unha semana pouco máis ou menos e deulle tempo a andar ferrexando nun móbil novo con whatssap, que alguén providencialmente lle regalara, e mandoume unha foto en pixama. Fixeime que tiña o ventre moi avultado e gasteille unha broma referente a un embarazo tardío, pra que pensase que eu non pensaba o que pensaba.

No seu ferrexamento creou un grupo de whatssap co nome: “Sobriños” e, mirade que casualidade tan grande: meteume nel, e as sobriñas e sobriños non me deixaron saír. Meteume na familia. Outra casualidade?

A morte non foi por casualidade. Non. Houbo causa, aínda que non consta así na defunción. Morreu porque tiña moito corazón. Si. Física e realmente a Evaristo non lle coupo o corazón na caixa. Deulle por medrar ó órgano vital por tanto amar e a caixa non medrou ó mesmo compás e zás, estoupou! En cambio o meu corazón choqueléame no peito. Sóbralle sitio e nos electrocardiogramas os sitios valeiros veñen en gris escuro.

Gustaríame saber a causa, pero mentres tanto resúltame cómodo dicir que é por casualidade. Ademais prós que din non crer en Dios a casualidade dá resposta a moitas preguntas.

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