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Chorrea el crisma y chorrea el sudor
Soy de Mérida y nací en 1970. Fui salesiano durante catorce años: me he educado en casa de Don Bosco, en la pasión por los jóvenes y en contextos urbanos. Pasé muchos veranos en África haciendo pequeñas experiencias misioneras y acompañando grupos de voluntarios; la gente que conocí y todo lo que viví me marcó.
Soy licenciado en Química y en Antropología Social y Cultural. Me ordenó don Carlos Amigo en el año 2000 y desde 2004 formo parte del presbiterio diocesano de Mérida-Badajoz, mi tierra.
Durante diez años he trabajado como cura en pueblos pequeños, en el mundo rural extremeño, para el que nunca me preparé. Allí descubrí muchas cosas sorprendentes: estupendos compañeros, proyectos ilusionantes, el Movimiento Rural Cristiano, los Ejercicios Espirituales de San Ignacio y, sobre todo, el Evangelio hecho vida concreta en la sencillez y el día a día de la gente de los pueblos a los que he servido: Valencia del Ventoso, Valverde de Burguillos, Zafra, Atalaya, La Lapa, Monesterio, Valle de Santa Ana y Valle de Matamoros. Pueblos entrañables y palpitantes de vida en los que he aprendido a ser sacerdote. Me considero cura de pueblo.
En septiembre de 2014 fui enviado como misionero a Perú, a la diócesis de Chachapoyas, a la parroquia de Rodríguez de Mendoza, que comprende la provincia entera del mismo nombre. Allí trabajé dos años, hasta que por casualidad conocí la selva y quedé enamorado sin remedio. Desde febrero de 2107 soy misionero en el Vicariato San José del Amazonas, en la región Loreto, el nororiente peruano. Mi misión es el río Yavarí y vivo en Islandia, una pequeña ciudad levantada sobre el agua cerca de la triple frontera Perú-Colombia-Brasil. Junto con mis compañeras religiosas brasileñas acompañamos la vida de 32 comunidades indígenas y ribereñas. Una misión apasionante, desafiante y preciosa. Aquí vivo, desde aquí escribo y aquí aprendo a ser misionero cura de pueblo y cura de jóvenes, y soy feliz en el intento.
Perfil del blog
Con este blog intento contar trozos de mi vida de misionero rural en la Amazonía. Pequeños hechos en los que descubro a Dios actuando entre la gente de mis comunidades; momentos y experiencias en las que noto la eficacia de la Palabra y el germinar del Reino a mi lado.
Deseo compartir lecturas de la realidad cotidiana desde el Evangelio, y mis propias reflexiones acerca de temas, circunstancias o noticias vistas desde abajo. Con los pies bien asentados en las historias de todos los días en esta zona fronteriza de selva peruana.
Me ayudan a contemplar la vida mi formación antropológica, con ese instinto observador que da la etnografía, y también la capacidad ignaciana de perforar lo inmediato y aparente para descubrir, comprender y amar el sabor de Dios, que yo llamo discernimiento.
Trato de expresar cómo me siento acompañado en medio del caminar de estos pueblos amazónicos pobres y esperanzados, cómo intuyo el paso de Dios, que sabe a masato, que es cálido como el saludo acuático del bufeo y que quiere una Iglesia con las puertas abiertas de par en par, como casa de pueblo.
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