Conocer a otro

El abuelo me contaba muchas cosas de un ciego que en aquella época venia por el pueblo. Rezaba por las almas de los antepasados y tocaba la zanfona. Por las noches, al amor del fuego del hogar, el ciego contaba historias de otros pueblos, empleaba las palabras de cada pueblo y era capaz de reproducir el tono de voz de las personas protagonistas de las historias que estaba contando. Decía el abuelo: Oyéndolo hablar, uno se hacía la idea de que tenía el mundo delante. ¿Era como el cine, abuelo?, le preguntaba. Me respondía: Yo no sé nada de cine.

-¿Conocías bien al ciego, abuelo?

- Es difícil conocerse a sí mismo, ¡imagínate lo que será conocer a otro!, máxime si es un ciego. Como nunca sabes hacia donde mira, tampoco sabes si dice verdad o mentira.

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