Después

Repetiremos aquel viaje cuyas imágenes me vienen a la mente como una bandada de palomas, como el murmullo de los arroyos, un rebaño de pensamientos inexpresables me subía a la cabeza desde las entrañas de la tierra. Era por la mañana y las plantas goteaban como lágrimas, la naturaleza nos envolvía como las notas de una partitura. De trecho en trecho nos parábamos a contemplar la sobria belleza de las sosegadas riveras y de los bosques, todo hilvanado por mis regatos. Los ríos se van para luego retornar a sus orillas como dientes de serpiente. Cada rayo de sol atizaba una llama dentro de mí que venía del tiempo más lejano y llegaba hasta lo más hondo de mi alma. Una arquitectura celeste que conversaba consigo misma nos guiaba por una vieja carretera, nudos de serpiente, que constantemente volvía sobre sí misma. Cada cosa era como la revelación de un secreto del alma. Después de cenar, encendimos el fuego en la lareira y nos quedamos charlando largo rato al amor del fuego. Cada palabra era como poner nombre a las cosas, como el origen de todo.

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