Eoifanías

Mientras los héroes homéricos soportan con paciencia las pruebas, y, bien al contrario de los de Sófocles y Eurípides, estallan como relámpagos contra el cielo negro, la esperanza de mi compañero de viaje en una vida de sus hijos mejor que la suya da sentido y hasta esplendor a las humillaciones, peligros y sacrificios por los que ha tenido que pasar. Su visión de las cosas conjuga la humildad de la tierra, nació en el campo, y una especie de misión de la que siempre se sintió investido. Su pericia de avezado narrador solo dejo filtrar destellos de la naturaleza profunda de su historia, pero suficientes para adivinar el nivel más profundo de su bien disimulado sentimiento de culpa por todo lo que ha tenido que atropellar para cumplir la misión. La vida de mi compañero de viaje me trajo a la mente aquello que dice Telémaco: no es él  el culpable, sino Zeus, que reparte la suerte a los hombres según su voluntad (Od 1, 348-9). Tal vez por eso, solo las vidas de dolor son dignas de ser vividas y soportadas y, por lo mismo, de ser contadas (Od 8, 579-80), y el poeta paga el privilegio de contarlo: grave será para mí tener que anunciarlo todo como un dios (Il12, 176). Creo que, en la época arcaica, el poeta es como una epifanía porque la poesía es como una cosa de los dioses. Pd. Le prometí que no contaría nada hasta que nadie pudiera adivinar nada de nada.

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