Escenario de procesiones

A su paso llenan su vientre devorando todo lo que se les pone delante y levantan humaredas densas que entierran todas las cosas del mundo en polvo. La siega del heno llena todo del perfume de sabor a verdura y los huecos, extrañas desinencias, que dejan en los inmensos centenares y trigales, pareen bocas abiertas de muertos recientes. Los maquinistas, abrasados de amor y violencia, parecen bonsáis dentro de sus enormes máquinas, mares de hierro y chatarra rezongando, fósiles de animales inmensos. Y cuando, en los mármoles del atardecer, se retiran, dejan el campo asolado que parece un rebaño de carneros que llena el mundo portando sobre sus lomos trasquilados todo el sol de la tierra.  Entonces la tierra, escenario  de profesiones como la de San Juan de Fontercada, parece una playa en donde muere el mar, lugar de aguas muertas y olvido, y en donde el tiempo hace su nido.

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