Experiencia, enervia, paciencia y arrogancia

Un plan, de cualquier tipo que será, para un país grande y desarrollado como España no puede hacerse ni en un día ni desde un despacho siguiendo un sistema, una formula, como un bloque que hay que tomar o dejar, aunque haya sido ideada por un gran talento. Un plan debe de ser fruto de un esfuerzo colectivo y progresivo de múltiples agentes, completándose, corrigiéndose los unos a los otros, colaborando todos en su ejecución. Su elaboración será tanto más objetiva cuando mejor sea el estudio de la realidad a la cual se quiera aplicar. Su elaboración debería ir de la periferia al centro; por el contrario, las cosas hechas en los despachos van del centro a la periferia. Por ello el Papa Francisco está llevando el Colegio Cardenalicio a todos los recovecos de la Iglesia. Un plan debería contar con el conocimiento y la experiencia de viejos y con la energía y la arrogancia de la juventud (S. Grisolía). Por experiencia veo que muchos planes están fabricados en Bruselas o en Madrid por gentes que de la realidad conocen lo que pasa por debajo de las ventanas de sus despachos en verano. En invierno no asoman por ellas la nariz. Los actuales políticos españoles han alejado de los centros de decisión y de poder a los viejos.

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