Glofria en exceso

La pandemia ha puesto de manifiesto nuestra fragilidad y reflotado un profundo sentido de comunidad. Nos habrá enseñado que “la adversidad es nuestra madre y la prosperidad nuestra madrasta” (Montaigne) y descubierto el atrevimiento de la ignorancia que pronostica sobre todo y siempre. Antes soñábamos con cosas extraordinarias para escapar de la cotidianidad, ahora soñamos con lo cotidiano paras escapar de lo extraordinario. Habremos aprendido  que es mucho más útil planifica el futuro que arrepentirse del pasado y que  la flexibilidad de espíritu evita sufrimientos innecesarias e inútiles. La preocupación sólo es positiva frente a aquello que depende de nosotros. La búsqueda de soluciones ayuda a salir del atolladero, pero los políticos no se pelean por las soluciones sino por tener razón y olvidan que los vencedores de hoy serán los vencidos de mañana. “Terrible cosa es la gloria en exceso”. Hemos sonreído de rabia e impotencia en la ausencia de funerales y lloraremos de alegría en las fiestas henchidas de ternezas y las lágrimas secretas se convertirán en risas veladas.

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