Inimaginable para la imaginaciuón

El Eiroá sigue susurrando su eterna canción a los pies de la capilla de San Antonio, casi lecho nupcial para Loureses. Todos los rincones, como espejos rotos, muestran los rostros ausentes. Sin ser vistos por el sol, sin procesión, sin verbena sin baile, nos miramos mutuamente y nos apiadábamos unos de otros. Cualquier pesar deja sitio a otro pesar, pero el amor sin masticar engulle el vacío y la ausencia. Ni el virus ni el llanto de las nubes menguan ni perjudican nuestra devoción. Tú, San Antonio, que ves en nuestro corazón y conoces nuestros pensamientos y nosotros en tus ojos nos vemos, tan real eres, que haces realidad lo inimaginable para la imaginación. “Débil es el amor cuando el temor es tan fuerte como él” pero todo es insignificante cuando el amor, que arranca a los muertos de las tumbas, lo es todo.

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