Lamento por un percebeiro

“Los rayos del alba, párpados de la noche, se escurren por las grietas del aire, agrietan el amanecer y escriben el nombre del ahogado sobra las rocas de A Costa da Morte. Las olas, risas  del diablo, boñiga infinita y mortal, altas colinas arrasadoras, rasgan y desconectan del tiempo, suprimen las distancias, ahogan la memoria, cortan las alas a las preguntas, acurrucan en su vientre el monstruo que lo borran todo y siembra el desconcierto y la confusión. La impotencia, alrededores de la ausencia, se hace grito en balde, sordo. El oro de la esperanza, corazón viscoso de la nada, soborna el futuro. Ser percebeiro es una manera de sentirse libre y salvaje como los peces, como las algas, una manera de hacer visible lo imposible desafiando el estruendoso mar, puerta de los secretos de mi desierto interior”, me dijo atropellado por el ahogamiento de un amigo.

Volver arriba