Mar celeste de plumas

En estas templadas tardes de caminatas sosegadas por estrechos senderos del alto y sereno Larouco, bordeados de robles revestidos de líquenes, pinos, bojes, caminos que llevaban a vagos presentimientos que susurran secretas cosas, entre rebaños al trote que regresaban portando en sus lomos lanudos, que desprendían chispas doradas, los últimos rayos cegadores y el postrero paso del sol en estrecha concordia con bandadas de pájaros, mar celeste de plumas, manadas de jabalíes y el caracoleo de los caballos libres que buscaban refugio para pasar la despierta noche de estrellas. Mientras los caminantes llegaban arrasados por una cierta melancolía, placer triste y oscuro, que anega y colma el alma

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