La Providencia y a la intemperie

Hay personas que saben que lo que puedan decir nunca será lo suficiente para expresar lo que quisieran hacer entender, que el valle es el fundamento de la montaña, que hay que convertir los recuerdos en carne de nuestra carne para que no nos engullan, que la vida es como un barco sobre el horizonte del mar, que detrás de cada nube y de la línea del horizonte, está lo desconocido y el misterio que pueden cambiarlo todo. Hay personas que no juzgan a nadie, y detectan el cariño como los perros los ruidos extraños a su mundo diario, como las gallinas la tormenta; que pasan como la sombra de las agujas del reloj. El campesino sabe que al lobo y al mar sólo no les temen quienes los desconocen, y que cuando el tiempo no lo permite, lo mejor es echarse a dormir o, por lo menos, estar quito.  El campesino está a la intemperie, expuesto a la inclemencia del cielo y pendiente de la Providencia. 

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