Raices del misterio

Mojando la común indiferencia de la gente, llueven mansa, delicadamente, sin parar desde el fondo del tiempo, dulces gotas que acarician la tierra y arrastran el horizonte, sobaco de la noche, hasta la escalera en donde rebota la mudez de las palabras. Las ramas de la higuera del patio, monumento en ruinas, parecen los abrazos de la lejanía irreversible de las cumbres del Cebreiro, raíces del misterio. Alertados por el ruido de la azada que planta fresas y ajos, los cuervos en bandada, sombras muertas del día, aliento de la naturaleza, letras posadas en los árboles, levan ancla y navegan en un mar de ceniza buscando el otro lado de las cosas escondido en los sótanos del abismo. El paisaje es como un camino hacia el interior disfrazado y aplazado.

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