Revolviendo en los recuerdos

En torno a mesas bien abastadas estos días de verano, revolviendo en nuestras mentes, rastreamos por caminos hoy borrados, las pisadas y los trabajos de nuestros sufridos antepasados quienes, encorvados por la edad, expertos en miserias, pero altivos, llenos de esperanza y con religioso acento que les permitían ver el fondo de las cosas, seguían trabajando para arrancar a la tierra menguadas cosechas. Sus sufrimientos y sudores son para nosotros motivo de admiración, de horror para nuestra alma y de fulgor y estupor para nuestra vida regalada. Fueron vidas sin tacha, amorosas, llenas de, a nuestros ojos nimias, pero para ellos ingentes, desgracias, que pudieron soportar sin alzar la voz porque eran osados en tramar ardides a las infames y sórdidas condiciones. Los mozos que navegan sin orden ni concierto en ligeras naves, henchidos de arrogancia y desprovistos de juicio, se enojan ante los recuerdos que exhalan un soplo de vida, pero los avezados a la mar bravía les agradecen la oportunidad de conocerse mejor. Este esfuerzo por arrostrar la vida de los antepasados, sin lúgubres  ni infaustos lamentos,  es un sutil y astuto valladar para resguarda la propia identidad.

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