Ayer fue martes de carnaval, la última luna pequeña del invierno, y hoy miércoles de ceniza, el sacerdote impone la ceniza a los cristianos para recordar a los humanos que son mortales, “polvo eres y en pilo te convertirás”. Dentro de cuarenta días será la primera luna llena de primavera. Estos cuarenta días, hasta entonces, son las vísperas de una gran fiesta, la fiesta de la Resurrección del Seño, el fundamento de la fe de los cristianos. Sin duda, la preparación para una gran fiesta requiere purificación para llegar limpios, puros y eso no se logra sin meditación, en nuestro caso sin silencio, para escuchar la voz profunda de nuestro interior, y oración. Cada uno puede prepararse como mejor entienda: ayunando, dando limosna, visitando enfermo, limpiando el culo a enfermos que se ensucian. Muchos se ríen de los cristianos por ayunar, pero ellos se someten a dietas draconianas para estar en forma, la operación biquini. En todo caso, nadie se puede preparar para la gran fiesta sin preocuparse por los demás. “Lo que hacéis con uno de estos conmigo lo hacéis”, dijo el que plantó su tienda entre nosotros.