La belleza petrificada

Los centenarios troncos de árboles son el testimonio de que el tiempo es el mejor amigo y el peor enemigo para quien no quiere madurar. Son como la belleza petrificada del olvido de todo. El susurrar del viento en estas ramas y su roce con estos troncos es como un silencio arduo y pedregoso y traen a la mente una turbadora noción de  eternidad. Solo guarda silencio quien tiene mucho que decir, lo  contrario es la ruidosa y vanidosa charlatanería de quien habla para ocultar su  ignorancia

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