Una cuerda de almas

La vida es una cuerda de almas, de despojos, de azares y de providencias; admite pausas, la Navidad, el año nuevo, fiesta de San Antón, el Carnaval, y hasta puede poner un punto de duda en lo real. Hay pausas que dejan rastro y otras que pasan sin pena ni gloria, sin siquiera darnos cuenta de que pasan. Cuando llega la hora de la noche, del fondo del espacio sin fondo, a pesar nuestro, lo que tenga que venir vendrá. La vida se perpetua, aunque a veces se derrame y se desperdigue en mil regatos que se pierden entre el follaje. El silencio, el vuelo de la última golondrina o la nítida luz de la instancia tal vez sea el único testigo del instante de nuestra vida que puede ser el umbral del cielo o del infierno. Siempre, antes o después, habrá una cortina de agua abriéndose y cerrándose.

Volver arriba