El diablo y los políticos

Los votantes tienen ideales, los políticos militan bajo siglas ideológicas, sus letras son como moscas, y sus palabras son viento. A pesar de todo, los creyentes, siguen gritando con el alma y la garganta desgarradas, pidiendo asilo para sus ideales en la conciencia sin fondo de los políticos. Los políticos renacen cada votación como adanes, con la barba y la cabellera llenas de mugre de haberse insultado los unos a los otros. El resto del   tiempo, tiempo sin tiempo, las promesas de felicidad son causa de dolor, árboles en llamas, sepulcros sin epitafio; los políticos como aves migratorias sin rumbo, pero con poder, y los ciudadanos están desaparecidos sin que a nadie preocupe su perdida. Cuando los tertulianos discuten sobre política conceden, casi siempre sin matices, la razón al político que desempolva sus ideales, olvidando aquello de San Ignacio: “El diablo entra con la nuestra para salir con la suya”. Nota: Entre los tertulianos hay que disculpar a los estómagos agradecidos y empesebrados porque de bien nacidos es ser agradecidos

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