Las esperanzas del amanecer

Embutidos en la sombra, desde un manglar de plumones blancos nos llegan aquí y acullá, como centellas de un invierno primavera entre las pestañas de la niebla, los besos del sol que nos mira entre rejas espiando iglesias, patios, encrucijadas, cruceros. Y antes de darnos cuenta, la tarde, como caminante que duda a veces de su camino, por las laderas del bosque se va en carros ocres de leña al país de los durmientes mientras del Eiroá nos llega la eterna canción que dibuja en el aire la esperanza de los amaneceres y el recuerdo de los que fueron y ya fueron, pero aún son

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