Lo que no existe no puede cambiarse

Los hijos de los políticos y burgueses catalanes seguirán estudiando el castellano, el alemán y el inglés o el chino. Los hijos de los emigrantes que han ido a trabajar a Cataluña podrán hablarlo, pero ¿podrán responder a la hora de presentarse a un examen o a una oposición que exijan el conocimiento del castellana? Dicen los lingüistas: el habla y la lengua son cosas diferentes. ¿Se ha dejado de hablar del Ministerio de la verdad porque ya no hay bulos, ya no está amenazada la seguridad del Estado, porque Bruselas ya habló, porque de sabios es corregir errores o por la presión de los medios? ¿Cómo se siente cuando un ministro dice a propósito de la bajada del IVA de las mascarillas del 20 al 4%: “¿Hasta hoy lo prohibía la CE no se podía hacer”, cuando otros países de la CE las estaba regalando? Y cuando oye a otro que responde: “No hubo cambio de criterio” cuando le preguntan: ¿por qué hasta hoy no han hecho controles a los que llegaban a España y a partir de hoy si? Puede que no lo hubiere, y lo que no existe no se puede cambiar, o puede que lo hubiere y fuera inconfesable. En todo caso, no hacer control o hacerlo no es lo mismo

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