Si el grano no muere...

Los ciruelos, los cerezos, los perales florecieron y los manzanos están en flor. Las higueras tienen higos como tetas de gata y los nogales brotan. Los ajos están ya grandes, la tierra preparada para plantar las cebollas, los tomates y los pimientos y sembrar las judías. Es tiempo de sembrar las patatas. Sentimos el soplo impetuoso del viento como  una interminable manada de caballos, veloces y rápidos como pensamientos, que hace profundos remolinos en los trigales y centenares, jardines de silencio, zarandea la copa de los árboles, y cuando amaina se escucha susurrar y acariciar los sueños desde la ventana. Como defensa contra el paso del tiempo, cuando solo queda el aire,  el alba riñe con la noche y la claridad duerme en los ojos de los niños, nos invade el recuerdo del canto mudo de los carros, el sonoro mugido de los bueyes y el eco de la algarabía de la infancia por los caminos vacíos, sepulcros de las sombras errantes de los que se fueron. "Si el grano no muere...". Martes Santo

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