el otro lado del mundo

Desde el Alto del Larouco, desde donde emprenden vuelo los pájaros de lona y alambre, las arpas del viento aplacaban las chicharras de sus tímpanos, se veía en los valles animales prehistóricos arrastrándose sobre sus patas como troncos de árboles centenarios cubiertos de líquenes. Una luz decrépita lo envolvía todo y lo convertía en un inmenso animal dormido. Cuando estaban absortos en la contemplación de aquel paisaje, no sabían si calificarlo de lunar o volcánico, se sorprendieron engullidos por los ojos como platos de vacas que los empapaban del misterio llegado desde el otro lado del mundo. Cuando bajaban se detuvieron para dejar desperdigarse un rebaño, no supieron, tan absortos venían, si de carneros como los de Polifemo o caballos salvajes que pululan por aquellos lugares. Cuando llegaron a casa seguían flotando en aquel mundo, no sabían si de sueño o real. Se quedaron dormidos mirándose a los ojos, tratando de salir de la penumbra en que las maravillas del mundo los habían sumido pero no encontraron la puerta.

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