Porque soy libre...

Toda cuarentena, la de Jesús en el desierto, la que emplearon los israelitas para atravesar el desierto, la de los embarcados que arriban a puerto en un barco con peste, es una reproducción de una fase lunar. La cuaresma, los cuarenta días anteriores a la Pascua, y la fecha en que se celebra la Pascua, la primera una llena de primavera, son vestigios del calendario lunar en el calendario litúrgico. La luna es símbolo del origen del tiempo y del eterno retorno, muerte y resurrección. La cuaresma es un tiempo de liberación, la persona muestra, fundamentalmente a sí misma, que es libre para renunciar a fumar, a tomar un café, para renunciar al plato que más le place, para comer una sola vez al día y dar el precio de las otras dos comidas a los pobres, porque es libre para hacer lo que le place. Muchos sacerdotes, por ignorancia, por dejadez, o por comodidad, descuidan referencias  espaciotemporales que salpican el calendario litúrgico, tales como marcar con ceniza  la frente del creyente el miércoles de ceniza,  y otras, referencias importantísimas en el mantenimiento de la vida cristiana de la comunidad porque la fe necesita expresiones somáticas puesto que el sujeto creyente es alma y cuerpo, carne y espíritu. Mucha gente deja de fumar, hace dieta, por motivos médicos, estéticos,  y los que hacen ayuno y guardan vigilia durante la cuaresma lo hacen por motivos religiosos. 

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