El libro de la vida

Y siguió contándome los dos apostados a la barra de O Palleiro: El abuelo sabía de memoria la historia de cada casa, de cada persona de cada casa y de cada vaca y de cada finca de cada casa. Cuando íbamos por un camino y nos encontrábamos con una persona mayor, ella y el abuelo se quedaban charlando y se daban tiempo para reconstruir la historia del pueblo. Conocía a la gente de su tiempo y del tiempo de su padre y de su abuelo. Creo recordar, aún hoy, ¡tantos años después!, casi todo lo que he oído al abuelo. Un día vimos un sapo al borde del camino y le dije: este sapo es el de ayer, y él me dijo: no es el mismo,. Es otro. Abuelo, ¿cómo sabes que no es el mismo? Y él respondió:

     -No hay un sapo igual a otro sapo-.

     - ¿En qué libro leíste esto! -, le preguntaba.

      -En el libro de la vida-, me respondía.

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