La llama del secreto

Los ojos vagabundos se pierden en los senderos que llevan al corazón del bosque solo frecuentado por raposos, jabalíes, ciervos, corzos, algún lobo. Todo está en calma, como una masa casi informe que nos mira con luz interior, llama del secreto. El silencio vegetal solo es roto por el viento  que susurra promesas prodigiosas que surgen de la soledad inmensa cuya distancia es insoportablemente cercana. El cielo profundo parece apoyado sobre columnas dobladas que estratifican el misterio envolvente, centro de mi silencio. No oigo pasos, pero veo huellas cuyo eco es como un pálpito del peso de la vida sobre el mundo. Puede que antes de ahora toda haya sido piedra, río, ángel, bestia, gacela, tal vez tierra adormecida.  A cada instante parece que todo comienza. Una quietud casi angustiosa como ante lo indefinido, como ante el mar que lo despedaza todo, que precede al terror de una presencia indeseable, es palpable, luminoso, indefinido.

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