A noche hizo un viento huracanado, los gallos no trajeron la luz, el día no aclara la noche y las ondas tempestuosas de la tormenta pasan allá lejos y sobrevuelan las cumbres pedregosas y fastuosas del Cebreiro. Llueve y las gotas al resbalar por los cristales nos miran con descaro, la higuera del patio muestra una imagen desharrapada y los recuerdos, llanto del tiempo e irresponsables como los sueños, se agolpan sin darse tiempo a fijar sus contornos. A pesar de todo, es primavera y en la brisa, que ciñe la pared silenciosa de las rocas y agita la higuera, se agazapa la esperanza y la alegría de un sol espléndido. Pensamientos limpios como hojas de cuchillos y como pájaros asustados, que ocultan las miserias de la vida, a veces en guerra a muerte entre sí, llenan de nostalgia y melancolía ausencias siempre presentes en días como éste.