Mientras tomábamos café me contó: Lo que estamos oyendo, el debate de censura, me recuerda lo que le pasó al primer médico que vino para aquí y que el pueblo recibió a bombo y platillo. Hasta que vino él, un leonés alto, simpático, buen mozo, cuando había un enfermo grave, los hombres, en turnos de cuatro, lo llevaban al médico a doce kilómetros en parihuelas. La gente, que malamente entendía el castellano y sólo algunos lo hablaban un poco, estaba feliz y lo tuvo en gran consideración hasta el día en que una madre le llevó a su niño. Todo el mundo quedo sorprendido con el diagnóstico
-Tiene HEPATITIS-, dijo el doctor. Y todo el pueblo exclamó:
-¿Quién es éste que no sabe que tiene ATIRICIA?