El mundo, un tapete

“Mi mundo ha sido el juego, la juerga y las mujeres. No guardo nada, todo lo que hice se ha volatizado como `pompas de jabón, sólo cultivé y busqué sensaciones que son aire. Si todo fuera a repetirse, haría lo mismo pero algunas cosas las hubiera hecho de otra manera para evitar las lágrimas que hice derramar a mi madre. En aquel entonces era joven y ni el llanto de mi madre fue suficiente para que yo cambiara. Desde que me fui de casa a estudiar, pagado por mis padres, viví entregado con pasión al juego y a las mujeres, mi mundo se redujo al tapete de una mesa de juego. El mañana nunca me preocupó. Sabía que mis padres estaban ahí, que tenían influencia y que siempre me echarían una mano”, me dijo pocos días antes de ingresar en una residencia. Después de su muerte, un amigo común me comentó: “ No era tonto, pero su talento no era igual a su furia por vivir el momento. Sentado a la mesa de juego o frente a la ruleta no había nada que lo pudiera asustar o hacer retroceder. Su vida no fue más que un tejido de partidas de cartas, tardes de ruleta y noches de juerga en prostíbulos

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