Lo que ven los ciegos

El ciego, como los gatos, excavaba un agujero en el suelo que, una vez que había dado cumplimiento a sus necesidades, cegaba. La instalación en una casa de un artefacto que permitió a sus habitantes dar satisfacción a las necesidades personales e intransferibles sin tener que salir al huerto o bajar al corral supuso el inicio de la época moderna de la historia de la aldea. Estando el ciego en esa casa, manifestó estar urgido entonces los mozos lo cogieron y lo pusieron en el trono recién instalado. Tras la reacción del ciego, la casa estuvo para clausurar el celebrado lugar y volver a salir al campo, como todos, por miedo a que les llamaran lo que había dicho el ciego y que era repetido en todas partes:

           -Yo no cago en casa de nadie y menos en la casa que me da de comer.

           -Hace malo, no podrás esconderte y podrán verte, le dijeron.

          - Ojos que no ven, corazón que no siente aunque muchos veamos sin tener ojos

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