Las voces del alma

A pesar de las tendencias, saltamontes verdes del capricho, humareda de cosas errantes, breve como chasquido de huesos, y a pesar de que no hay fundamento que no se tambalee, y, a veces, el mundo parezca una rastrojera y el solar calcinado de los sueños, sabemos cuál es el orden de solemnidades y las sendas que hay  que respetar y seguir, y lo que resta cuando todo pasa, Aunque el herrero y la tejedora se hayan ido, tal vez hayan muerto, el olor y el cantar de la fragua y del telar siguen ahí, agarrado a las paredes, a las cerezas, a las manzanas,  perfumándolo todo mientras el tropel de los hombres sin nacimiento sigue su marcha a tientas. Para nosotros, rurales, las vacas, las plantas, los montes, las cimas pedregosas y los valles húmedos y umbros, son libros penetrados por las reflexiones del viento, y el silencio de los últimos movimientos del atardecer nos permite la comunión con todo y escuchar las voces del alma.

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