La catedral de Santiago, espacio de recuerdo, consuelo y responsabilidad compartida La Diócesis compostelana rinde homenaje a las víctimas de accidentes en una celebración marcada por la esperanza
El martes 25 de noviembre, la catedral de Santiago acogió una eucaristía dedicada a las víctimas de accidentes de tráfico, una celebración organizada por el Departamento de Pastoral de la Carretera de la Diócesis de Santiago
La celebración estuvo presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Francisco José Prieto Fernández, quien invitó a vivir la esperanza de lo cotidiano, incluso cuando la pérdida sacude los cimientos de la propia existencia
Hizo la llamada a la responsabilidad en la conducción. Recordó que cada gesto prudente al volante es, en realidad, "un gesto de amor al prójimo"
Hizo la llamada a la responsabilidad en la conducción. Recordó que cada gesto prudente al volante es, en realidad, "un gesto de amor al prójimo"
(Archicompostela).- La catedral de Santiago se convirtió, en la tarde del martes 25 de noviembre, en un espacio de recuerdo, consuelo y responsabilidad compartida.
A las 19:30 horas tuvo lugar una eucaristía dedicada a las víctimas de accidentes de tráfico, una celebración organizada por el Departamento de Pastoral de la Carretera de la Diócesis de Santiago, encabezado por Rubén Diéguez Gutiérrez, y por la Delegación de Pastoral del Turismo, cuyo responsable es Juan Ventura Martínez Reboeiras.
La celebración estuvo presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Francisco José Prieto Fernández, quien estuvo acompañado por sacerdotes y miembros del cabildo de la Catedral.
Entre los asistentes se encontraban representantes de la Guardia Civil, así como diversas asociaciones que trabajan en la prevención de siniestros viales y en el apoyo a las familias afectadas, entre ellas Stop Accidentes y Acción de Amputados de Galicia. También acudieron las jefas provinciales de la Dirección General de Tráfico de A Coruña y Pontevedra.
Un encuentro marcado por la memoria y la esperanza
El arzobispo, en su homilía, quiso subrayar la importancia de este espacio de acogida en el que se unen fe, consuelo y compromiso social.
Recordó que en la Catedral, “expresión de la Iglesia mayor de nuestra Iglesia diocesana”, la comunidad se reunía para hacer memoria “de hermanos nuestros dramáticamente arrebatados en accidentes de carretera”. Y añadió que, aunque el dolor por la pérdida es inmenso, la fe ofrece “una luz y una esperanza para el camino”, incluso cuando no hay respuestas fáciles.
Monseñor Prieto recurrió al pasaje bíblico del encuentro entre Felipe y el eunuco en el camino hacia Gaza para ilustrar la presencia de Dios en medio de las búsquedas humanas. En ese acompañamiento, afirmó, también se hace visible la labor de quienes sostienen a las familias golpeadas por los accidentes y trabajan para prevenir nuevos siniestros.
"La última palabra nunca es de la muerte"
En varios momentos, el arzobispo invitó a mirar más allá del dolor inmediato. En una de las frases más sentidas de su homilía, recordó que “la última palabra nunca es de la muerte, sino de la vida”, unas palabras que muchos asistentes escucharon entre lágrimas.
Citando el evangelio, insistió en que Cristo se ofrece como “Camino, Verdad y Vida”, una invitación a vivir la esperanza en lo cotidiano, incluso cuando la pérdida sacude los cimientos de la propia existencia. En este sentido, habló también del Pórtico de la Gloria como metáfora de la esperanza que aguarda “tras los caminos recorridos”.
La responsabilidad en la carretera, un gesto de amor al prójimo
El prelado compostelano hizo la llamada a la responsabilidad en la conducción. Recordó que cada gesto prudente al volante es, en realidad, “un gesto de amor al prójimo”.
Insistió en que la conducción exige prudencia, atención y respeto a la vida de quienes nos rodean, porque “tu responsabilidad es la responsabilidad con tu hermano”.