Importas tú y la iglesia que te debo. Carta a un hater

"No es justo con vos que me vaya sin haber luchado por rehacerla y dejártela distinta"

A ti
He creído y he contado - cada vez con menos timidez - que Jesús es mucho más que el fundador de una religión organizada que te enseña a vivir desde la culpa, a no preguntar 'por qué' a ninguna de sus enseñanzas, a sospechar de todas las cosas valiosas que va conquistando la humanidad y a tratar el sexo como si fuera un accidente radioactivo. Es más, he creído y he contado que Jesús es lo contrario a eso, pues lo suyo fue ir deshaciendo ladrillo por ladrillo las paredes de cualquier religión organizada que con sus ritos, catecismos, códigos de conducta y sus membresías exclusivas pusiera un milímetro o un abismo de distancia entre dios y tú. Porque lo suyo fue devolverte la confianza en ti, con su cercanía, con su forma de darte un lugar, con su perdón que no es el acto compasivo de quien puede condenarte, sino la apuesta por ti que hace alguien que cree que podrás hacerlo mejor a la próxima. Lo suyo fue decirte que lo urgente y lo definitivo es extinguir el sufrimiento de los otros y cambiar un mundo que produce tanto dolor, y que eso lo quiere hacer contigo y no puede hacerlo sin vos.

A eso urgente y definitivo espero haber dedicado y estar dedicando la mejor parte de mi vida, la mayor parte, cada vez más parte. Tal vez no, pero él sabrá perdonarme. Lo sé. Y también sé que vos lo necesitas tanto como yo. Me refiero al sentido, a la libertad, a sacudirte la pesada armadura que tienes y que a veces (como dijo mi hija en su poesía) te hiere más que la misma batalla. A descubrir que la cruz no es el origen de todos esos artificios que llamas religión, y a los que te aferras tanto, sino la señal de que podemos vivir, amar y servir hasta el extremo, y que a eso se llega cuando el ser humano es más importante que el dogma, el rito o la tradición, porque el domingo se hizo para nosotros y no nosotros para el domingo. Porque el criterio definitivo de la cercanía con dios es qué hicimos con el hambre y con el frío, con la sed y la soledad, cuando no la estábamos sintiendo nosotros.

Así que, recuerda maifren, que digo y hago todo esto también por ti, no contra ti. De modo que no importan tanto tus discusiones con ésto que creo o que cuento, o que te resulte herético o poco ortodoxo, o que te parezca divertido usar lo que hago en contra mía o de mis amigos, o que reduzcas al ridículo la fe de los que se han luchado este sacudirnos lo nocivo del viejo catolicismo abusivo que de poco le ha servido a la América Latina de pobres y de víctimas (algunas, víctimas de eclesiásticos) para dejar de ser una tierra de pobres y de víctimas, para ser una tierra más prometida que religiosa, que es todo el punto de la fe en Yahveh y en Jesús. No importa bro. Importas tú, y la iglesia que te debo, porque esa vieja y árida iglesia que defiendes, y que yo quisiera deshacer ladrillo por ladrillo, esa institución a veces tan dañina, que llena a sus feligreses de prejuicios y complejos que dios desea arrancarnos de dentro, también yo la sostuve con mi silencio, mi obediencia y mi fanatismo, y no es justo con vos que me vaya sin haber luchado por rehacerla y dejártela distinta, a ti y a él. Sí, distinta, porque ambos se merecen algo mejor.

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