No dependerá de un hombre elegido El Futuro de la Iglesia

Dependerá - como ayer, hoy y siempre - del lugar que le demos a Jesús de Nazaret en nuestra vida

Futuro

El futuro de la Iglesia está en la forma como haces parte del pedazo de cristianismo que ocupes.
En la manera como eliges estar en tu parroquia, tu comunidad, tu movimiento, tu grupo. Si la tuya es una actitud pasiva, de oveja dependiente; si tu iniciativa apenas alcanza para algún detalle decorativo y no para las cosas esenciales; si durante años y años sigues asistiendo y tomando apuntes porque crees que el 'primer amor' es portarse toda la vida como alguien recién llegado; y si te rendiste ante la odiosa costumbre de que allí se hace "lo que diga el padre" y entonces todos los demás somos operarios rasos a órdenes de ese capataz jamás pedido; entonces esa estructura estática proveedora de doctrinas impersonales seguirá intacta. Nada cambiará en esta iglesia que mantiene su insistencia en cambiar la luz que le hace falta al mundo por un señalador láser de todo lo que no le gusta. Tendremos más bancas ocupadas por espectadoresy más señores repetidores de obviedades convencidos de que han poseído, poseen y poseerán la verdad desde su concepción hasta su muerte natural.

El futuro de la Iglesia está en la manera cómo nos portamos entre nosotros cuando estamos ahí dentro y cómo lo que sea que pase en nuestros templos, salones de reunión, casas de retiro, congresos, jornadas, tiene impacto en la forma como nos portamos entre nosotros cuando estamos fuera. Si persistimos en que no hay mayor contacto interpersonal que los 'abrazos' de paz; si la vida del otro solo nos interesa en la medida en que es material de testimonio lacrimógeno; si no creamos lazos que nos resulten vitales cuando estemos pasando por malos momentos, o cuando las angustias nos acercan a la desesperación; si no encontramos allí mejores amigos que los que se encuentran en los parques, los bares o los centros comerciales; si todas las fraternidades que creamos en la iglesia dependen de que la otra persona cumpla las expectativas morales porque de lo contrario será aislada y proscrita; entonces esta pirámide jerárquica de conveniencias, cálculos políticos y mezquindades que es el Vaticano, las Conferencias Episcopales y tantas Arquidiócesis y Diócesis seguirá intacta. Nada cambiará en esta iglesia que usa, abusa y desecha la credibilidad, la obediencia y el talento de su gente; como desecha la presencia real del Cristo que se nos aparece en cada persona herida, sola, triste o vulnerable que alguna vez se acercó y que fue ignorada, enviada a rezar sola o convertida en víctima de cuánta cosa. Tendremos más escándalos, más crímenes, más decepciones y desencantos cubiertos con toneladas de propaganda sobre lo que hace la mano derecha, adornada en capas de solemnidad trasnochada, distracciones doctrinales que no le interesan a nadie que tenga una vida, y youtubers convencidos de que hacen cristianismo porque hacen followers odiadores de los otros followers que hacen los otros youtubers convencidos de que hacen otro cristianismo.

El futuro de la Iglesia está - más que en ninguna otra parte - en las opciones que hacemos frente a todo lo que no es iglesia; en los modos de vivir, de reaccionar, de convivir, de participar en las dinámicas diarias con las personas reales de nuestro entorno, estando - como estamos todos - sumergidos en una maquinaria a la que no le interesa lo cristiano, porque no es rentable ni explotable nada de lo que propone. Si nuestra actitud ante la vida del mundo es de aislamiento, de autoprotección porque todo nos contamina, de agruparnos como una secta y reproducirnos entre nosotros, de aislar a nuestra descendencia hasta volverla rara y temerosa; si luego de todos los rosarios, las horas de santísimo, las misas (vamos en orden de popularidad), los retiros, las asambleas, nuestra forma de consumir es la misma, nuestra forma de hacer negocios agresivos es la misma, nuestra tendencia a sacar ventaja de los otros es la misma, nuestra relación con las diferencias sociales y económicas del lugar donde vivimos es la misma; entonces ese cristianismo institucional condescendiente con las tiranías, bendecidor de armamentos, inofensivo para los poderosos del mundo, irrelevante para quienes toman decisiones que afectan la vida de los pobres y marginados de las ciudades y los países; seguirá intacto. Nada cambiará en esta Iglesia que ha convertido al mundo en su adversario y no en su prójimo porque, acostumbrada al púlpito, le cuesta hablar sin tener en frente una audiencia que le diga "amén" a todo, porque escucha poco y comprende menos. Tendremos más desalojos masivos de esa parcela de mundo que ocupamos, y harán bien en dejarnos hablando solos.

El Futuro de la Iglesia no dependerá de un hombre elegido, ni de un grupo de hombres eligiendo a un hombre. Ni de todo lo que ese hombre elegido haga para transformar o para conservar la iglesia. Dependerá - como ayer, hoy y siempre - del lugar que le demos a Jesús de Nazaret en nuestra vida diaria, en nuestra cotidiana pertenencia a la comunidad de creyentes, y en nuestra forma de estar en este mundo que tanto amó dios.
Volver arriba