Navidad puede ser todos los días

La navidad es un grito. La navidad es una fiesta. La navidad es nuestra posibilidad de tener certezas sobre la cercanía de lo bueno, sobre la inmediatez de la plenitud. La navidad es una canción que dios mismo canta para decirnos que nuestra vida vale la pena, que lo extraordinario está presente, para todo el que quiera buscar bajo la estrella.

Todo en la navidad nos habla de simplicidad, de alegría, de belleza, de esa humildad que consiste en saber que despojados de nuestras ínfulas de grandeza, somos un objetivo privilegiado de la bondad de Yahveh, que no toma jamás el camino de los privilegios, ni de la farándula, ni de la espectacularidad. El dios que nos nace es el dios de los pastores, del establo, de los sabios que no encuentran nada en los palacios y lo encuentran todo entre los animales. El dios del hombre valiente que pese a sus temores se atreve a proteger a su familia a toda costa, porque en esa protección está protegiéndonos a todos. El dios de la mujer que reconoce que en esa sola estrella brillando sobre su parto se cumple la promesa de todas las estrellas incontables de Abraham.

Todo en la navidad tiene que ver con nosotros. El que viene es "dios con nosotros". Basta ya de volver un extranjero a quien ha querido venir a vivir en nuestro barrio. Basta ya de volvernos ajenos al que ha plantado su tienda en medio de las nuestras, y con eso tener la excusa perfecta para no hacernos prójimos ni hermanos de los que tenemos cerca, o lejos. Basta ya de entretenernos con discusiones sobre los pormenores de lo que se debe y no se debe hacer dentro del templo, si dios ha escogido el planeta entero como casa y la voz de los pastores como canción favorita.

La navidad es la prueba patente de la humanidad de dios.

Navidad es un anuncio de la proximidad del cielo. De la pasión del padre por ser el director de esta historia para que ningún ser humano sienta que es un personaje secundario, un extra. Para que toda persona bajo el cielo sepa que es un protagonista de algo magistral y sublime. Lo que inicia en navidad es la vida de un niño en el que se define nuestra vida, la respiración de un bebé en el que todos nuestros alientos y suspiros cobran sentido. Por eso no puede seguir tratándose de una fiesta de oportunistas; oportunistas los que derrochan publicidad para que los que no tienen dinero sientan el fracaso de su año al no poder comprar, y los oportunistas que desde los oscuros rincones de las viejas iglesias hacen lo posible porque dios no esté entre nosotros, y convierten la navidad en otro pretexto para lamentarse y decir que ya esto no tiene remedio. Lo tiene, ha sido concebido en las entrañas de María, y ha sido entregado a nosotros para que veamos en su piel la piel de dios.

Que venga. Que no tarde. Que en su mirada encontrará cura todo aquello que causa daño entre nosotros.
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