Conferencia Episcopal se suma a la marcha por la vida de los líderes sociales y la defensa de la paz. Beto Vargas: "¿Primavera en la Iglesia en Colombia?"

Marcha por la paz en Bogotá
Marcha por la paz en Bogotá

"Con alegría fuimos testigos en los pasados meses de acontecimientos que indican un cambio en la estación de la jerarquía colombiana, al menos en algunos sectores"

"Buena noticia que venga desde el pacífico, tierra afro, tierra de víctimas y marginados, tierra de valientes que ante todas las adversidades imaginadas, insisten en construir un país para todos aún cuando el estado los mantiene en un doloroso olvido"

"Un bastión, sin embargo, se ha mantenido en firme en lo que tiene que ver con la determinación a apoyar la salida negociada al conflicto, Monseñor Darío Monsalve, Arzobispo de Cali"

"Mucho dolor hay por curar con la fuerza de la fraternidad que proponemos como comunidad de creyentes, en una tierra en la que 1 de cada 6 personas ha sido directamente herida por la guerra, y en la que 6 de cada 6 vivimos diariamente en medio de esta cultura acostumbrada a normalizar la violencia"

Coombia
La Iglesia Católica en Colombia no se ha caracterizado por una acogida entusiasta de las propuestas pastorales ni teológicas del Papa Francisco. Si bien las voces que levantan sospechas sobre las posturas de su pontificado son más bien marginales, y en los días previos a la visita del Papa al país la Conferencia Episcopal emitió un comunicado condenando los mensajes incoherentes del canal Teleamiga - que no ha modificado un ápice su línea, aún después del fallecimiento de don José Galat - no es posible rastrear una alineación institucional explícita ni sistemática con su mensaje, con su exhortación, con su teología, o con su pastoral.

Mientras en Roma las palabras, los hechos, y los símbolos de Francisco apuntaban a una acogida diligente y proactiva hacia los necesitados, en la capital del país se nos solicitaba a los fieles abstenernos de iniciativas de caridad hacia los habitantes de la calle y muchas parroquias hicieron contundentes declaraciones de apoyo incondicional a la política social del alcalde de turno, que reñía de frente con las múltiples iniciativas de creyentes y no creyentes que entienden que dar de comer al hambriento no es negociable, como sea que se haga. Esos mismos voluntarios se vieron no pocas veces confrontados con la autoridad de la ciudad al entregar el pan en las calles, mientras en algunas homilías se le daba aprobación a esa decisión del gobierno de la capital.

El Papa Francisco no es embajador ni secretario de las Naciones Unidas, pero su visión de la realidad social y política de los países no deja de ser iluminadora para creyentes y gobernantes. Por eso que su intención firme de apoyar y promover la reconciliación, la superación del conflicto y la salida negociada a la guerra de fuera indiscutible contrastó con la respuesta de la Jerarquía Colombiana, que se tomó mucho más tiempo del necesario para hacer declaraciones que eran cruciales en el momento de refrendar los acuerdos de paz con la legendaria guerrilla de las FARC.

No solo hubo un exceso de prudencia diplomática en muchos de los jerarcas, sino demora en la aclaración oficial sobre el tema género. La estrategia, confesada por el director de la campaña del NO a los acuerdos, era convencer a los creyentes de que firmar la paz era dar vía libre a la ideología de género. Tan solo semanas después de haber sido realizada la votación, la conferencia episcopal aclaró que no estaba presente tal ideología en los acuerdos. ¿Qué habría sucedido de haber hecho aquella tardía declaración antes de la votación?.

En el penoso tema de los abusos sexuales a menores, la cosa no ha sido distinta. Si bien la Arquidiócesis de Bogotá es piloto en la implementación de una estrategia de Protección a todas luces valiosa, Frente a las denuncias que se han realizado en distintas partes del país no se ha tenido una respuesta contundente que le permita a los fieles que reciben en lo profundo el golpe de ésta tragedia, recuperar la confianza en la institución, ni en el clero. Evasiones, campañas de desprestigio a las víctimas, manifestaciones en redes para defender la honra del cura x o del cura y, pero poco respaldo visible a las víctimas. Si existe, que seguramente hay casos, no tiene la visibilidad de las reacciones a la defensiva.

Un bastión, sin embargo, se ha mantenido en firme en lo que tiene que ver con la determinación a apoyar la salida negociada al conflicto, Monseñor Darío Monsalve, Arzobispo de Cali, ha mantenido su voz en medio de la lluvia de críticas, para mostrar que todas las actitudes políticas que son palos en la rueda de la negociación hacia la paz son "desgastes innecesarios y peligrosos". Aunque su visión de país y de evangelio le han llevado a cargar con la persecución propia de las redes sociales, su presencia profética ha ido abriendo la grieta por la que se ha empezado a colar la primavera franciscana en esta iglesia tardía en posturas vehementes hacia las opciones del Papa.

Con alegría fuimos testigos en los pasados meses de acontecimientos que indican un cambio en la estación de la jerarquía colombiana, al menos en algunos sectores. La asamblea de la Arquidiócesis de Bogotá tuvo un tinte muy distinto en su contenido, y la exhortación proclamada en favor de la samaritanidad, aunque desoída por la administración distrital, fue un impulso valiente para los muchos creyentes que apuestan por una solidaridad de hechos, y no de escritorios. Luego vino la declaración de los obispos de la región pacífica sobre el grave asunto de la fumigación con Glifosato; agente químico que comporta un alto riesgo de cáncer, y que hace parte de las exigencias de los Estados Unidos para que aquí hagamos la guerra contra las drogas que ellos no hacen allá. El grupo de Jerarcas alzó la voz en favor de la vida, la salud y el bienestar de los campesinos, sin concesiones políticas.

En los días posteriores nuevas voces de jerarcas se sumaron a la petición de retomar las negociaciones de paz con la violenta guerrilla del ELN, grupo que había iniciado conversaciones con el gobierno anterior, y que exigía diálogos en un tono muy distinto al de las FARC, pero aún así, sentados en la mesa. La voluntad de negociación no se ha mostrado con claridad en ninguna de las partes, pero es claro que quien tiene el deber de hacer esfuerzos por la construcción de paz como mandato prioritario es el gobierno nacional, cosa que han estado manifestando algunos obispos como Monseñor Augusto Castro de Tunja, quien ha denunciado los asesinatos de líderes sociales y excombatientes (van 702 líderes y 135 exguerrilleros desde la firma del acuerdo) como una "estrategia horrorosa".

Lo más reciente y significativo, ha sido la convocatoria del Presidente de la Conferencia Episcopal a sumarse a la marcha del próximo 26 de Julio, por la vida de los líderes sociales y la defensa de la paz. Esta marcha, convocada por sectores a favor de la salida negociada al conflicto, que respaldan la Jurisdicción Especial de Paz y la garantía de implementación de los acuerdos ya alcanzados, cuenta ahora con el sorprendente y grato respaldo de la Conferencia Episcopal Colombiana.

El giro es evidente y significativo, y es una buena noticia que venga desde el pacífico, tierra afro, tierra de víctimas y marginados, tierra de valientes que ante todas las adversidades imaginadas, insisten en construir un país para todos aún cuando el estado los mantiene en un doloroso olvido. Estos pueblos y sus líderes han empezado a provocar que la primavera llegue a la Iglesia en Colombia, y pedimos al dios de la vida que no se detenga este viraje hacia una Iglesia en salida, que asuma su rol de hospital de campaña, en un país con más de nueve millones de víctimas. Mucho dolor hay por curar con la fuerza de la fraternidad que proponemos como comunidad de creyentes, en una tierra en la que 1 de cada 6 personas ha sido directamente herida por la guerra, y en la que 6 de cada 6 vivimos diariamente en medio de esta cultura acostumbrada a normalizar la violencia.

Bienvenida sea la Primavera.

Marcha por la paz en Colombia

Volver arriba