Tal vez sea dios quien nos dice: ven

Ven. Que el alma se seca, que se agota el aire.
Que la lluvia cubre por momentos la esperanza, que la tristeza se lleva hasta las ganas de que se vaya la tristeza.
Que los cansancios ocupan espacios sin permiso, que los errores aprietan para no dejarse ir.
Que hace rato que el teléfono no suena, que todos los caminos se llenaron de hierba.
Que duran menos las fuerzas que las alegrías, que soñar cada vez es más costoso.
Que las lecciones se aprendieron pero sirvieron de poco, que hay quien nunca quiso que algo fuera distinto.
Que el miedo usa camisas 3 tallas más grandes que las propias, que un par de veces enfrentarlo dejó más cicatrices.
Que falta algo a este todo tan revuelto y escandaloso, que el ruido no para y todo lo confunde.
Que hay un niño esperando hace muchos años para volver a jugar sin afán de vencer, que de nada sirve ganarlo todo si la vida se desperdicia.
Que se ha vuelto frecuente ese hondo vacío que se siente cuando se recorre el camino hacia ese lugar al que sabemos que no deberíamos volver, que a veces dibujamos arcoiris grises para buscar tesoros de mentira. Ven.

Ven una vez más. Que no basta una sola navidad para entender, que se nos pierden las heridas de los otros en los dogmas.
Que traemos al altar más dudas que ofrendas, que sospechamos de la buena nueva.
Que entre nosotros tiene más peso la costumbre que la realidad, que hace tiempo no hay pastores que se dejen deslumbrar por las estrellas.
Que de la María embarazada no se acuerda nadie, que tienen más devoción las videntes que las salas de parto.
Que perdemos fácilmente el camino del pesebre, que a los pobres se les desprecia desde que se les puso de primeros.
Que hay más manos para señalar que para curar, que hay enfermos que no encuentran un manto que tocar.
Que tenemos más palacios que pesebres, que poco se acercan los sabios de oriente a nuestros templos.
Que no es creíble nuestra fraternidad excluyente, que prometen más seguridad para enfrentar la vida algunos perfumes que algunas homilías. Ven, una vez más ven.

Ven, no tardes. Que los suspiros que nos escuchas son anhelos de ver que hay algo más, que los caminos que tomamos son todos para encontrarte aún sin saberlo.
Que aunque no sepamos bien qué es todos sabemos a qué huele esa felicidad de la que hablamos tanto, que de habernos rendido del todo nadie levantaría jamás la voz para decir: basta.
Que seguimos sembrando y regando, que andamos porque creemos que un día llegaremos.
Que seguimos teniendo hijos, que seguimos regalando flores.
Que hasta nos quedamos hasta el final de los créditos en cine porque puede que haya una escena más, que hay algo que no logra derrotar la oscuridad.
Que tenemos tanta sed de eternidad, que hondo se hace el pecho cuando pensamos en los días que viviremos cuando a un lado quede nuestro peor fantasma. Ven, no tardes.

Que nada se asemeja a los dos que cruzan la noche para buscarte un refugio en tu primer día.
Ven.
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