¿Ayuda este libro a conservarla fe? “Pasen y vean. El Nuevo Testamento a ras de suelo”

Columna del dominical de “El Faro”, de Vigo 19-12-2021 sobre “Los libros del Nuevo Testamento”

Fernando Franco

 Escribe Fernando Franco. Cronista de la ciudad de Vigo

¿Puede ser un libro un arma arrojadiza? ¡Claro! Cuando recibí de la editorial Trotta un ejemplar con título de tanto poso como “Los libros del Nuevo Testamento”, y tanto peso como el de sus 1660 páginas, más que en leerlo pensé en guardarlo como arma defensiva o de ataque. Un buen golpe con sus casi dos kilos de peso deja sin duda letraheridos. Cuando, distraídamente al principio, empecé a ojear sus páginas, me di cuenta de que por vez primera me estaban explicando desde fuera del ojo eclesial unos textos que forman parte de mi memoria religiosa, aprendida con la reiteración del Corán en una madrasa musulmana. Y quien lo hace, a ras de suelo para que lo entendamos y con una mirada muy histórica y nada teológica, es un chipionés que vive en Baiona y que en ese interim de 80 años entre su nacimiento sureño y su actual residencia norteña, se ha convertido en uno de los mayores expertos de España en la cuestión bíblica. Antonio Piñero.

Un tipo cordial al que podríamos definir como filólogo, escéptico, racionalista y agnóstico. No milita en nada como historiador, sean filtros marxistas, cristianos o mediopensionistas. Apuntad. “Los libros del Nuevo Testamento”, editorial Trotta, si queréis hacer un regalo contundente como lectura inédita, sorprendente, y como arma ofensiva si preciso fuere. Ahí se da luz nueva -él y los expertos que colaboran bajo su coordinación- a una obra, la Biblia, sin competencia en el mercado editorial con sus 30 millones de ejemplares de venta anual. Cómpralo -aunque él no gane más que para un café cada dos ejemplares vendidos- si quieres que se te abra la boca de asombro entre verdades elementales, como que al menos un tercio de los milagros de Jesús son pura ficción novelesca. O que se han perdido todos los originales del Nuevo Testamento y no hay manera de recuperarlos, o que el orden de impresión de los mismos lleva 16 siglos equivocado, o que no fueron los judíos los causantes de la muerte de Jesús, o que jamás pudo ser el fundador del cristianismo, o que no tenemos documento ninguno, ¡ninguno!, sobre cómo se formó el Nuevo Testamento...

¿Ayuda este libro a perder la fe? No forzosamente pero seguro que no la fortalece. Se nutre de la historia, que no pertenece como la Teología al género fantástico. Pero yo voy a seguir creyendo en Dios diga lo que diga Piñero; me maravilla este género. Para escribir este libro y coordinar a los expertos que firman en el mismo, Antonio Piñero tuvo que recorrer un largo camino como filólogo, escritor e historiador español, especializado en la vida de Jesús de Nazaret, el judaísmo anterior al cristianismo, la fundación del cristianismo y en general en lengua y literatura del cristianismo primitivo. Piñero, cuya residencia en Baiona prestigia culturalmente a esta ciudad, afirma rotundamente la existencia de Jesús, si bien separa el personaje histórico (sobre el que centra su atención) de la figura celestial o mitológica. Más de medio siglo de formación, de investigación, de abordaje de los textos paleocristianos, de traducción de los evangelios canónicos y no canónicos.

 Dice él no sé si de guasa –la seriedad de su trabajo no distrae el humor de su tierra gaditana– que un catedrático de universidad sin un amigo periodista es un cero a la izquierda. Quizás porque el periodista concede a un tema técnico espacio de multitudes. En ese papel de allanamiento de morada estoy, saltando entre sus páginas. ¡Oh, Dios, asísteme! Si como leo los originales del Nuevo Testamento se han perdido y no tenemos más que copias de copias, y las más antiguas son del año 200 aproximadamente, 170 años después de la muerte de Jesús; si esas copias de copias forman un conjunto de más de 5.000 manuscritos, al principio en papiro, luego en pergamino, y otras finalmente en papel… ¿qué veracidad podemos darle a su contenido? En fin... la fe es un lujo para quien no quiera quedarse en lo prosaico de la realidad. En esas porfías anda el maestro Piñero.

Saludos de Fernando Franco

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