Controversia entre Roma y el sínodo alemán de 1973 Cardenal Döpfner: “No hay que creer que las tensiones existentes sean una tragedia”

La Congregación del clero se opone al proyecto del Sínodo de autorizar en ciertas ocasiones a laicos para pronunciar el sermón en el curso de las celebraciones eucarísticas

Desde 1970 los obispos alemanes habían permitido que, en casos muy precisos, el sermón sea pronunciado por los laicos

Alemania Federal dispone de un buen número de laicos que han adquirido formación teológica lo cual es una “suerte particular para la Iglesia”. Por esto los laicos podrían ser encargados de la proclamación de la Palabra en celebraciones eucarísticas

El cardenal Döpfner subrayó que divergencias y aún tensiones se podrían manifestar en el Sínodo, pero que nadie buscaba hacer prevalecer sus propios intereses. 

cardenal Dopfner

La participación de los laicos fue un debate postconciliar consecuente con la definición de la Iglesia Nuevo pueblo de Dios que significó la revalorización del sacerdocio común de los fieles y su participación activa en la asamblea litúrgica.

En 1973, por ejemplo, surgió una controversia entre el episcopado de Alemania Occidental y Roma, respecto a la predicación de los laicos en la liturgia. Un debate del pasado reciente que contrasta con el regreso de la misa tridentina, en la que los espectadores del sagrado rito se limitaban sólo a "oír misa".

Así reportaba una agencia de noticias esa controversia litúrgica en 1973:

Wilhelm Wissing - Julius Döpfner - Corrado Bafile

El Catolicismo, 25 de enero de 1973

La predicación por laicos

Wurzburgo (KIPA). —La participación de los laicos en el anuncio de la palabra durante los oficios religiosos fue el primer tema del orden del día del Sínodo común a todas las diócesis de Alemania Occidental, cuya tercera sesión se inauguró en la Catedral de Wurzburgo a comienzos de enero. Precisamente sobre este punto ha surgido una controversia entre Roma y la Conferencia episcopal alemana.

Mons. Friedrich Wetter, obispo de Espira, abrió la sesión comunicando a los miembros del Sínodo que la congregación romana del clero había hecho llegar una carta oficial al cardenal Döpfner, arzobispo de Munich, presidente de la Conferencia episcopal alemana y presidente del Sínodo. Este documento firmado por el cardenal John Joseph Wright, prefecto de la Congregación, se opone al proyecto del Sínodo de autorizar en ciertas ocasiones a laicos para pronunciar el sermón en el curso de las celebraciones eucarísticas, proyecto admitido por el episcopado alemán. La carta de Roma afirma que tal decisión no puede ser tomada por una Iglesia local. Permitir a laicos que prediquen sería ir en contra de decisiones anteriores tomadas por el Vaticano. La Iglesia local es por lo tanto incompetente y toda decisión del Sínodo sobre este punto carecería de valor jurídico.

Ahora bien, desde 1970 los obispos alemanes habían permitido que, en casos muy precisos, el sermón sea pronunciado por los laicos. Según la carta del cardenal Wright, esta decisión es inválida aun cuando ya haya sido puesta en práctica. El prefecto de la Congregación del clero añade sin embargo que está listo a hablar sobre este asunto con los obispos alemanes.

articulo de El Catolicismo 25 enero 1973

El obispo de Espira reveló que la Conferencia episcopal alemana había respondido al cardenal Wright. Considera que no hay razón para modificar su punto de vista ni cambiar de opinión respecto al proyecto de documento sometido al Sínodo en lo referente a la predicación de los laicos. Los obispos alemanes aceptan de buen grado la propuesta romana de entablar diálogo sobre este asunto, pero la sustancia de la decisión de 1970 de la Conferencia episcopal alemana no tiene por qué ser modificada. Si algunas de las disposiciones contenidas en el proyecto sometido al Sínodo tuvieran que ser reservadas a la competencia de la Iglesia universal, entonces los obispos alemanes harán todo lo que esté a su alcance para que estas disposiciones sean adoptadas por la Iglesia universal.

Además de esto, monseñor Corrado Bafile, nuncio apostólico en Alemania, en declaración publicada en noviembre último, había afirmado que los puntos de vista del episcopado alemán sobre la predicación por laicos eran conformes a las disposiciones jurídicas proyectadas para la Iglesia universal.

Después del representante del episcopado, el presidente de la comisión competente, profesor Karl Lehmann, de Friburgo de Brisgovia, abordó la cuestión controvertida. Subrayó en primer lugar que la actitud de la Conferencia episcopal alemana respecto de la decisión de la congregación para el clero no afectaba en forma alguna la lealtad de los obispos alemanes hacia la Santa Sede y su entendimiento profundo con el Sumo Pontífice. Pero el tono del documento romano, lo mismo el momento en que fue producido, son inadmisibles para los católicos alemanes. También el apóstol Pablo vio en un cierto momento que era necesario oponerse directamente a Pedro.

El cardenal Joseph Hoeffner, arzobispo de Colonia, y monseñor Erich Klausener dirigieron una advertencia a los miembros del Sínodo: no hay que precipitar una decisión. Una autorización concedida en Alemania Federal tendrá inevitablemente repercusiones en los países vecinos. Hay que entablar ante todo un diálogo con el episcopado de esos países. Monseñor Klausener dijo que no había sólo que apresurar el paso, sino que había también que tener en cuenta a los católicos de Alemania Oriental.

Dos modelos de Iglesia

El proyecto de texto sometido al Sínodo Panalemán distingue entre la proclamación de la palabra por la profesión de fe, que puede corresponder a laicos particularmente calificados en circunstancias determinadas, y la proclamación con ocasión de la liturgia de la Palabra, que es y continúa siendo tarea principal del sacerdote. Pero Alemania Federal dispone de un buen número de laicos que han adquirido formación teológica lo cual es una “suerte particular para la Iglesia”. Por esto los laicos podrían ser encargados de la proclamación de la Palabra en celebraciones eucarísticas y en ocasiones muy precisas. Estos laicos tendrían que admitir la necesidad de una formación permanente. Abstenerse de lanzarse a novedades prematuras o a declaraciones “espectaculares”. Su vida debería ser igualmente conforme a la misión que se les confía. Por otra parte, los sacerdotes no deberían recurrir a ellos sino en casos excepcionales y sólo el obispo, a propuesta del párroco, podría conceder un permiso general, pero de duración limitada y que podría ser revocado.

aula sinodal alemana

Actitudes críticas

Wurzburgo (KIPA). —Un grupo crítico de 30 a 40 miembros, compuesto por delegados del Sínodo y expertos, opina que el Sínodo de todas las diócesis alemanas inspira resignación. Afirman que la asamblea está bajo la influencia de instituciones más poderosas y es incapaz de remediar esta debilidad institucional por una concepción clara de su misión.

El grupo en cuestión criticó el trabajo del Sínodo sobre el tema del periodismo. Habría que eliminarla de los trabajos sinodales. Esta simple afirmación les costó una réplica del presidente de la comisión respectiva.

Otros dos grupos críticos están también presentes: uno de sacerdotes y otro de una “Comunidad de trabajo sínodo”.

En el saludo de inauguración el cardenal Döpfner subrayó que divergencias y aún tensiones se podrían manifestar en el Sínodo, pero que nadie buscaba hacer prevalecer sus propios intereses. El Sínodo tiene una tarea específica para la Iglesia añadió, pero no hay que creer que no se ha hecho nada antes de él o que nada se hará después.

celebracion eucaristica en el sinodo aleman

Aprobado texto sobre predicación por laicos

Wurzburgo (KIPA). —por una gran mayoría de 234 votos contra 22 el Sínodo panalemán adoptó el texto sobre la “Participación de los laicos en la proclamación de la palabra durante los oficios religiosos”; hubo además 7 abstenciones.

Este texto tiene carácter de recomendación. Contiene un permiso de principio, referente a casos excepcionales. Su contenido debe ser objeto de conversaciones entre el episcopado alemán y la Santa Sede, puesto que la Congregación para el clero hizo saber a la Conferencia episcopal alemana que el permiso otorgado a laicos de predicar durante los oficios debería ser objeto de una decisión tomada a nivel de la Iglesia universal y no es de la competencia de una Iglesia nacional.

El Sínodo trató igualmente temas que deberá debatir hasta 1975.

 El obispo de Maguncia, monseñor Hermann Volk, dijo que el Sínodo no debía solamente adoptar textos sino sobre todo dar testimonio. Su objetivo principal es intensificar y profundizar la fe.

El Dr. Walter Kasper, profesor de teología dogmática de la universidad de Tubinga, pidió que se establecieran claramente los objetivos y las líneas directrices del Sínodo.

El cardenal Julius Doepfner, presidente de la Conferencia episcopal, subrayó que los obispos no constituían una minoría organizada en el interior del Sínodo. La posición especial que ocupan en el seno de la asamblea fue precisada desde el comienzo.  La tarea del Sínodo es llegar a una solución común de los problemas comunes.

trabajos del camino sinodal aleman

Clausura de la reunión

Wurzburgo (KIPA). —Después de deliberar durante tres días, el 7 de enero se clausuró el Sínodo común a todas las diócesis de Alemania Federal. La próxima sesión fue fijada para noviembre de 1973.

Previamente a la clausura, la asamblea había adoptado en primera lectura el texto sobre los trabajadores extranjeros, texto que vuelve a la comisión competente, la cual deberá profundizarlo y enmendarlo.

En el curso de la discusión, monseñor Tenhumberg (Münster) dijo que el Sínodo debería intervenir ante las autoridades civiles a fin de que estas hagan lo necesario para llegar a una solución internacional del problema. Monseñor Moser (auxiliar de Rotemburgo) afirmó que la actividad de los católicos al servicio de los trabajadores debería comenzar entre ellos mismos antes que urgir a los otros sus responsabilidades; por lo que se refiere a los abusos de que son víctimas los trabajadores extranjeros, los periodistas han hecho “más que nosotros, sacerdotes”.[1]

[1] El Catolicismo, enero 25 de 1973.

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