La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,

tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida


4. El Cristo de mi fe

II. Descubrimiento de la Religión
Verdadera


Dios es liberador, y la liberación que Dios promete y que el creyente espera es histórica. Se trata de realizar en la humanidad histórica la liberación de la opresión, el reino de la justicia, la plenitud de la fraternidad y del amor.



De aquí que el carácter de este tipo de religión sea etico-profética. La religión exige del hombre una realización de justicia y de amor. El puesto que en las religiones de misterios tiene el culto, lo tiene el amor que hace la justicia. Esto aparece muy claro en un texto neotestamentario, en que línea profética del antiguo Israel se hace sentir profundamente: "La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo" (Santiago 1, 27).

Esta perícopa es enormemente expresiva, porque la palabra "religión", que en el original griego threskeía, es la palabra que se emplea técnicamente para designar la religiosidad cultual, e, incluso, mas bien la cultualista. Por tanto en el texto de Santiago está claro que la religiosisdad ontológico-cultualista viene rechazada y en su lugar se afirma, con la mayor energía, la reigiosidad etico-profética.

Como no trato aquí de hacer una exposición erudita, sino de exponer con la mayor claridad que pueda cuál es mi fe, no me detengo

Los profetas de Israel condenan el cultualismo. Es más se podría decir que oscilan entre un repudio puro y simple del culto litúrgico sacrificial y una condenacióm del cultualismo, sin condenar con ello un culto bien entendido, que salve la prioridad absoluta de la realización de la justicia en espíritu de fe sobre la actividad cultual.

La concepción religiosa del Nuevo Testamento se hace más compleja, porque en ella aparece el "misterio de Cristo muerto y resucitado y de una identificación del creyente con Cristo, que según San Pablo se actúa especial y privilegiadamente en el simbolismo sacramental del bautismo.

No hay duda de que esta concepción tiene una peligrosa analogía con la actitud ontológica-cultualista de las religiones de misterios, que constituían un "ambiente" en el mundo en que vivía Pablo.

Esta analogía, desgraciadamente, a través de la historia del cristianismo ha tenido efectos deletéreos, porque la religión de los cristianos católicos es hoy prevalentemente una religión ontológico-cultualista. También la acción del "aparato" eclesiástico, está orientada a la conservación de una religióm ontológico-cultualista contra los gérmenes, que se manifiestan en la Iglesia, orientados hacia una recontista plena de la religiosidad ético-profética.

---Ver:José Mº Díez-Alegría, ¡Yo Creo en la Esperanza!
Desclée de Brouwer 1972
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