A Miren Jone Azurza. In memoriam

(San Sebastián, 18-05-1929 – San Sebastián, 15-05-2022)

No de cuerpo, pero eras grande. Te has exhibido lo menos posible en los medios, pero has sido pionera. La sencillez te ha hecho más admirable. Nunca pretendiste ni soñaste con ser precursora en nada, pero lo has sido: mujer, periodista, creyente adelantada.

Poseías un llamativo deseo de saber, y una capacidad a la altura del deseo. Mocita aún niña de 11-12 años, y obligada por las duras circunstancias familiares –debido al levantamiento franquista y la guerra civil de 1936, el padre, maestro, fue expulsado de su puesto en el colegio, acusado de “No adicto al Movimiento Nacional”, y hubo de huir al País Vasco Norte en Francia, dejando en San Sebastián madre y cuatro hijos sin padre ni pan–, tú eras ya toda una hacendosa ama de casa, pero no te resignaste a ello, ni te plegaste a las normas de la época. Empujada por tus padres –también ellos pioneros– y por tu propio impulso interior, terminaste el bachillerato e hiciste magisterio. Y en 1965, en Madrid, obtuviste el título de periodismo, convirtiéndose en la primera mujer periodista titulada de habla vasca. Y, por si no fuera bastante, mientras te ganabas el pan como periodista estudiaste la carrera de Historia, de principio a fin, en los años 1975-1980, llevada por el deseo del saber y de la acción.

Porque a la par de tu voluntad de estudiar estaba tu voluntad de compartir cuanto habías estudiado y cuanto eras. Así lo atestiguan las elecciones que fuiste haciendo a lo largo de tu larga vida. Fueron elecciones audaces y generosas, inspiradas por el fuego que llevabas encendido, por el espíritu de búsqueda y por el deseo de darte enteramente, elecciones impulsadas por la demanda de una nueva cultura, sociedad, mundo, Iglesia, cuyo reflejo en nuestra sociedad vasca era evidente ya por entonces. Tu certero instinto te guio siempre, con total naturalidad, hacia las personas e instituciones pioneras e innovadoras. Así, todavía muy joven, en busca de mayor libertad, te vinculaste al Instituto de Misioneras Seculares fundado por Rufino Aldabalde, sacerdote de Aia, un Instituto que era un nítido reflejo de la llamada que la nueva cultura dirigía a las antiguas Ordenes y Congregaciones religiosas y a la entera institución eclesial, aunque estos nuevos movimientos, lamentablemente, no han tenido luego continuidad. Dicho instituto te dio la oportunidad de estudiar también teología. Y de colaborar estrecha y fecundamente, en Salamanca, con Lucien Deiss, el mejor creador de nuevas canciones litúrgicas tras el Concilio Vaticano II.

No dejaste de hace nuevas opciones. Vuelta a San Sebastián, empezaste a trabajar con Ricardo Alberdi, pionero investigador e impulsor de investigaciones sobre temas sociales, en su editorial Ethos, publicando folletos sobre la situación de la mujer y sobre cuestiones sociales; fue entonces cuando leíste, comprendiéndolo a fondo, Le deuxième sexe, de Simone de Beauvoir… Y entraste en la revista Zeruko Argia, llegando a ser en breve su directora (1969-1975). De allí pasaste al recién creado diario Deia. E intuyendo que desde el interior de la nueva sociedad vasca el Aliento de la Vida te pedía otra cosa, abandonaste el Instituto de Misioneras Seculares para integrarte plenamente en la obra social y cultural. Entonces te encontraste con José Mari Ayestarán, hombre bueno, viudo, y, para recibiros y daros por entero mutuamente, os casasteis y juntos de la mano pasasteis 23 años gozosos, hasta que una larga enfermedad, aliviada por tus incomparables cuidados, lo llevó de junto a ti –o te lo acercó más todavía–. ¡Bienaventurados los dos! Seguiste adelante en la vida y en el camino a tu breve paso ligero. Tus opciones también prosiguieron. Te mostraste disponible para colaborar en lo que fuere en el Obispado y… tu Don José María Setién, que tanto te quiso y tanto quisiste, te llamó para que dirigieras su oficina de prensa. También allí ocupaste la primera fila, no porque lo hubieras buscado, sino porque te buscaron y siempre te encontraron dispuesta.

No puedo dejar de hacer una mención especial y elogiosa del lugar que ocupaste, de la rica contribución que prestaste a la tarea cultural vasca de los años 60-70 del siglo pasado. También en aquellos años de inflexión social y cultural te vimos en primera fila. Te nombraron directora de la revista Zeruko Argia (“Luz del cielo”), propiedad de los Franciscanos Capuchinos, en una época justamente en la que la revista iba camino de perder de su nombre el Zeruko (“del cielo”)para convertirse hasta hoy en mero Argia (“Luz”), en unos tiempos tan fecundos como complejos en los que iban desapareciendo definitivamente “el cielo de arriba” y el “Dios de lo alto” –aunque no, ciertamente, el Misterio creador de la Luz–. Allí estabas tú, Miren Jone, en el foco no siempre sereno de la discusión y de la transformación. Y, bajo tu lúcida y eficiente dirección, reuniste a tantas y tantos que se convirtieron en firmas consagradas de las letras vascas: Patxi Altuna, Amatiño, Gurutz Antsola, Bernardo Atxaga, Joseba Arregi, Rikardo Arregi, Mikel Atxaga, Joxe Azurmendi, Ramuntxo Camblong, Nemesio Etxaniz, Xabier Gereño, Xabier Kintana, Joan Mari Lekuona, Anjel Lertxundi, Xabier Lete, Jorge Oteiza, Juan San Martin, Aita Onaindia, Eusebio Osa, Ramon Saizarbitoria, Soseba Sarrionandia, Joxe Mari Satrustegi, Martin Ugalde, Mikel Ugalde, Joxemi Zumalabe. Me impresiona la lista. Y tú al frente de todos ellos, sin haberte puesto nunca por encima de nadie.

Y, por último, lo primero de todo: la fuente y el aliento profundo de cuanto eras, decías y hacías: DIOS. Más allá de todo nombre e imagen, más allá de toda creencia, más allá de toda religión e institución eclesiástica. También tú eras atea del “Dios” que niegan todos los ateos. Hacía mucho tiempo que habías abandonado al “Dios” legislador, premiador, castigador severo. Pero no sólo eso. En los últimos diez años, caminante sin cesar, habías abandonado también al “Señor de lo alto”, al Ente Supremo, superior a todos los entes del universo. Pero reconocías más adentro que nunca la pura vacuidad plena del SER de cuanto es, Aliento vital, EL-LA-LO QUE ES, Posibilidad de ser. En silencio y gozo te sumergías en el Misterio creador de El-La-Lo que es, ayudándote de libros de Willigis Jäeger, Xabier Melloni o Enrique Martínez Lozano. Has vivido una espiritualidad profunda, abierta, libre, de gran aliento.

La llama de la práctica diaria del silencio te templaba mañana y tarde, te enraizaba en la confianza incondicional, y en estos tiempos turbulentos te anclaba firmemente en la esperanza de un nuevo mundo, una nueva sociedad, un nuevo cristianismo, una nueva Iglesia.

¡Gracias, Miren Jone, de todo corazón!

Aizarna, 18 de mayo de 2022, día en que Miren Jone cumplía 93

www.josearregi.com

Volver arriba