El teólogo español fue amigo y estrecho colaborador de Gustavo Gutiérrez durante más de 30 años Andrés Gallego, en la senda de la Iglesia de los pobres
El 27 de octubre fallecía a los 80 años en Lima el sacerdote y teólogo español Andrés Gallego, amigo y estrecho colaborador de Gustavo durante más de 30 años.
En medio del dolor por su muerte, nos queda su humanidad puesta al servicio de las personas más vulnerables, su opción ético-evangélica por los colectivos empobrecidos, su espiritualidad en el seguimiento de Jesús de Nazaret
Con la asistencia de varios cientos de personas,el 26 de octubre se celebró en Lima el aniversario del fallecimiento de Gustavo Gutiérrez, el padre de la teología de la liberación y el “teólogo del Dios liberador”, como le definiera su amigo y compatriota el escritor José María Arguedas. Un día después fallecía a los 80 años en Lima el sacerdote y teólogo español Andrés Gallego, amigo y estrecho colaborador de Gustavo durante más de 30 años.
Del 17 de julio al 14 de agosto pasó sus vacaciones en España, como era su costumbre cada año, y me trajo el libro póstumo de Gustavo Vivir y pensar el Dios de los pobres, editado por el Centro de Estudios y Publicaciones del Instituto Bartolomé de Las Casas en Lima, con un bellísimo prefacio del papa Francisco en total sintonía con el pensamiento del teólogo peruano, y un prólogo de teólogo Leo Guardado, que acompañó a Gustavo los últimos años en su trabajo docente en la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos).
Fue mi libro de lectura del verano, en el que pude descubrir la sabiduría acumulada del maestro y del teólogo durante décadas de vida en plenitud, estudio, reflexión y praxis en el seguimiento de Jesús de Nazaret, el Cristo liberador. Es, sin duda el mejor legado que podía dejarme Andrés antes de su fallecimiento. Por eso mi más sincero agradecimiento y mi recuerdo más entrañable.
En el itinerario intelectual y vital de Andrés me gustaría destacar su excelente formación interdisciplinar, su compromiso misionero a través de la inserción en el mundo andino, su trabajo académico en la línea de la teología de la liberación y su relación con Gustavo Gutiérrez.
Andrés Gallego nació en Lorca (Murcia, España) en 1945. Estudió filosofía en el Seminario Nacional de Misiones Extranjeras de Burgos, periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y teología en la Universidad de Comillas y en la Facultad de Teología del Centro de Estudios Superiores de la Compañía de Jesús en Belo Horizonte (Brasil). el Seminario de Misiones Extranjeras.
Llegó a Perú en 1975 como misionero y durante 20 años vivió inmerso en el Sur Andino, llevó a cabo una evangelización liberadora y colaboró activamente en la construcción de una Iglesia encarnada en las comunidades indígenas desde la opción por las personas empobrecidas y los colectivos más vulnerables. Dirigió el Instituto de Pastoral Andina y su revista Pastoral Andina y fungió como jefe de estudios del Seminario Nuestra Señora de Guadalupe del Sur Andino.
Estuvo a cargo de la parroquia Cristo Redentor del Rimac durante muchos años en compañía de Gustavo Gutiérrez
A mediados de la década de los 90 del siglo pasado inició una nueva etapa en su vida. Se trasladó a Lima. Allí entró a formar parte del equipo teológico del Instituto Bartolomé de Las Casas y del equipo asesor del Centro de Estudios y Publicaciones, estuvo a cargo de la parroquia Cristo Redentor del Rimac durante muchos años en compañía de Gustavo Gutiérrez y fue asesor del Movimiento de Profesionales Católicos, vinculado a Pax Romana.
Pronto se incorporó como docente en el Departamento de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Perú (PUCP) dictando cursos en los Estadios Generales de Letras y en las facultades de Arquitectura y Arte. De 2011 a 2017 dirigió el dicho Departamento. Su docencia y sus cargos directivos no fueron solo actividades académicas, sino que se caracterizaron por ser también, y de manera preferente, guía, inspiración y acompañamiento de muchas búsquedas vitales del alumnado tanto de teología como de otras carreras universitarias. Fue su gran humanidad la que le llevó a ejercer la necesaria humanizadora, tan importante en los procesos educativos de la juventud.
Durante el período que dirigió el Departamento de Teología tuvo lugar el conflicto con el arzobispo de Lima, cardenal Juan Luis Cipriani, miembro del Opus Dei, que pretendía un cambio en los estatutos de la Universidad, una de las más prestigiosas de Perú, para controlar el nombramiento de las autoridades académicas y los bienes de la Universidad, así como limitar la autonomía universitaria. En el conflicto fue fundamental el valiente liderazgo de Andrés Gallego para mantener la autonomía universitaria y la actividad del Departamento de Teología en su orientación liberadora sin el control del arzobispo, que hubiera generado una involución en la docencia teológica en la línea neoconservadora del Opus Dei.
En el terreno de sus publicaciones son de destacar sus colaboraciones en la revista del CEP Páginas y en Misiones Extranjeras, revista del Instituto de Misiones Exntrajeras, su coautoría en la obra Trabajadores de la Viña. Caminos de vida religiosa (2001) y la edición de los escritos de Gustavo Gutiérrez, entre ellos Textos esenciales. Acordarse de los pobres (2003) y De Medellín a Puebla: Artículos reunidos de Gustavo Gutiérrez (2018). En 2021, con motivo del cincuenta aniversario de la primera edición de Teología de la liberación. Perspectivas, de Gustavo Gutiérrez. coordinó junto con Carmen Lora y Pedro de Duchteneere, la obra colectiva Memoria, presencia y futuro. A los 50 años de Teología de la liberación.
En medio del dolor por la muerte de Andrés Gallego nos queda su humanidad puesta al servicio de las personas más vulnerables, su opción ético-evangélica por los colectivos empobrecidos, su espiritualidad en el seguimiento de Jesús de Nazaret, su acompañamiento de las comunidades indígenas con las que se identificó, su trabajo teológico en clave de liberación, su vocación misionera y evangelizadora, su docencia humanizadora y su largo caminar por la senda de la Iglesia de los pobres. Es el legado que nos deja para proseguirlo creativamente, tanto en América Latina, el continente por el que optó, como en España, su país de origen.
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