“Nosotras somos el cambio” y Teologías del Sur global Brotes verdes en la Iglesia Católica (II)

Mujeres en la Iglesia
Mujeres en la Iglesia CWC

"Los brotes verdes que aparecen en las comunidades eclesiales de base, los colectivos para el diálogo interreligioso, intercultural e interétnico, las organizaciones cristianas de solidaridad con el Sur global, las plataformas que reclaman la devolución al pueblo de los bienes apropiados por la jerarquía católica"

"Hay que pasar por el Concilio Vaticano II, pero sin instalarse en él ni quedarse en la letra, sino interpretándolo creativamente. Es necesario reformular el lenguaje del Vaticano II, en buena medida superado, y elaborar nuevos relatos teológicos y nuevas narrativas religiosas acordes con los signos de los tiempos"

"El resultado es un cambio de paradigma en el relato teológico bajo el giro descolonizador, que cuestiona el racismo epistemológico europeo, tiene en cuenta los plurales escenarios geoculturales, políticos y religiosos, reconoce los valores de las culturas y los pueblos originarios y transita por los caminos del diálogo simétrico entre las diferentes cosmovisiones, culturas, identidades étnicas, saberes, disciplinas, religiones y espiritualidades en el horizonte de las teologías del Sur Global"

En el artículo anterior me referí a dos brotes verdes, que constituyen motivos de esperanza para llevar a cabo las transformaciones profundas que necesita la Iglesia Católica. El primero pertenece a un pasado cercano, el Concilio Vaticano II, que propuso la reforma de la Iglesia, su ubicación en el seno de la sociedad y el diálogo multilateral con las religiones, las culturas y el ateísmo. Tristemente tales propuestas se helaron como sucede a veces con los almendros en flor por mor del neoconservadurismo involucionista de los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

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El segundo brote verde corresponde al pontificado de Francisco, que está renunciando a un discurso autorreferencial, invita a ir a las periferias, define a la Iglesia como hospital de campaña y en sus encíclicas califica el neoliberalismo como injusto en su raíz, critica el antropocentrismo, tanto el de la modernidad como el de la teología, y el dogma de la fe neoliberal. Como alternativa propone un nuevo orden social, económico y político centrado en el bien común, el cuidado de la naturaleza, que es nuestra casa común, y la creación de sociedades abiertas e integradoras de todas las periferias.

Hoy voy a centrarme en los brotes verdes que aparecen en las comunidades eclesiales de base, los colectivos para el diálogo interreligioso, intercultural e interétnico, las organizaciones cristianas de solidaridad con el Sur global, las plataformas que reclaman la devolución al pueblo de los bienes apropiados por la jerarquía católica, la inserción de los cristianos y las cristianas en los movimientos sociales y en las organizaciones populares, los movimientos feministas que luchan contra el patriarcado social y religioso y trabajan por una Iglesia inclusiva, fraterno-sororal y por la plena incorporación eclesial de las personas y los colectivos LGTBI, más allá de la heteronormatividad y de la binariedad sexual, las experiencias de vida contemplativa que compaginan el ora et labora, el desarrollo de las nuevas teologías: del pluriverso religioso y cultural y del diálogo interreligioso e intercultural, de la liberación, teología política, feminista, ecológica, económica de la liberación, indígena, negra, ampesina, etc.

“Nosotras somos el cambio”

Comparto la opinión de Lucetta Scaraffia, fundadora y exdirectora de la revista Donne, Chiesa, Mondo, de que “el feminismo ha cambiado la historia del cristianismo”. Esto se aprecia en el nacimiento y desarrollo de la teología feminista, una de las más creativas y con más futuro en el actual panorama teológico cristiano, y de los movimientos de mujeres en la Iglesia, críticos del patriarcado religioso en todos los niveles: institucional, organizativo, doctrinal y moral. Estos movimientos tienen cada vez mayor presencia, influencia y capacidad transformadora de las mentes, actitudes y estructuras patriarcales eclesiásticas, si bien no son escuchados ni reconocidos por la mayoría de la jerarquía eclesiástica, instalada como está en el modelo de Iglesia patriarcal.

Lucetta Scaraffia
Lucetta Scaraffia

Tanto la teología feminista como los colectivos en defensa de la igualdad y la justicia de género asumen el feminismo como marco teórico y como movimiento reivindicativo y lo incorporan a los diferentes ámbitos del cristianismo: exégesis, hermenéutica, liturgia, sacramentos, teología, ética, espiritualidad, etc.

Quiero referirme a dos movimientos que, a mi juicio, representan la voz y la praxis de las mujeres bajo la inspiración de la Ruah en la lucha por su emancipación en la iglesia y en la sociedad, siguiendo los pasos de Sophia: lRevuelta de mujeres en la Iglesia y El Sínodo de las Mujeres. El primero, presente en varios continentes y con gran visibilidad en las calles y en los entornos religiosos, cree que “la situación de las mujeres es una vulneración de derechos y su restitución una cuestión de justicia”. Como respuesta a tal situación imagina y construye una Iglesia que debe reconocer a las mujeres como sujetos de pleno derecho con un liderazgo compartido por hombres y mujeres. 

Revuelta de mujeres en la Iglesia
Revuelta de mujeres en la Iglesia

El Sínodo de las Mujeres es una organización global formada por 45 grupos, movimientos y redes de la Iglesia de Asia, Norte América, Australia, Reino Unido, Centro Europa, África, América Latina y El Caribe y España. “Durante el camino [iniciado por el Sínodo de las Mujeres] se ha puesto de manifiesto la fuerza, la resistencia y la esperanza de tantas mujeres que viven la fe y construyen desde la sororidad una Iglesia al estilo de Jesús”, afirma la teóloga Teresa Casillas. El Sínodo de las mujeres sigue “proponiendo, alentando, animando y peregrinando ¡hasta que la igualdad y la dignidad se hagan costumbre! Porque nosotras somos el cambio”, reitera Casillas. Totalmente de acuerdo. Las mujeres son el cambio, sin ellas no será posible.

Teologías decoloniales del Sur global

Brotes verdes germinan también, y con gran vitalidad, en el ámbito teológico. Como respuesta a las transformaciones producidas en el nuevo escenario político, religioso y cultural, en alianza contrahegemónica con los movimientos sociales y apoyándose metodológica y epistemológicamente en los estudios decoloniales, la teología se está reformulando hoy como teología decolonial del Sur global. Así lo desarrollo y fundamento en Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta).  

El resultado es un cambio de paradigma en el relato teológico bajo el giro descolonizador, que cuestiona el racismo epistemológico europeo, tiene en cuenta los plurales escenarios geoculturales, políticos y religiosos, reconoce los valores de las culturas y los pueblos originarios y transita por los caminos del diálogo simétrico entre las diferentes cosmovisiones, culturas, identidades étnicas, saberes, disciplinas, religiones y espiritualidades en el horizonte de las teologías del Sur Global.

Gustavo Gutiérrez
Gustavo Gutiérrez Tomada de Internet

Y lo hacen en actitud de búsqueda en dirección a la Utopía de Otro Mundo Posible, que se traduce en la liberación de las personas más vulnerabilizadas, de los pueblos oprimidos y de la naturaleza depredada. Proponen, a su vez, una sociedad eco-fraterno-sororal, y transitan por la senda de la esperanza en acción, que es necesario reconstruir en los nuevos procesos históricos de emancipación, siguiendo la filosofía de la esperanza de Ernst Bloch: “La razón no puede florecer sin esperanza, ni la esperanza no puede hablar sin la razón; ambas en unidad marxista. Ninguna otra ciencia tiene futuro, ni ningún otro futuro tiene ciencia”.

Nada tiene que ver el nuevo paradigma descolonizador con la definición que daba del teólogo el arzobispo anglicano William Temple con sentido del humor británico: el teólogo es una persona muy sensata y sesuda que pasa toda una vida encerrado entre libros intentando dar respuestas exactísimas y precisas a preguntas que nadie se plantea. Está más cerca de la imagen del filósofo que ofrece Epicuro y que aplico a las teólogas y los teólogos: “vana es la palabra del filósofo que no cura los sufrimientos del ser humano” y en sintonía con la definición de teología de Gustavo Gutiérrez: reflexión crítica de la sociedad y de la iglesia a la luz de la Palabra, animada por una intención práctica e indisolublemente unida a la praxis histórica (Teología de la liberación. Perspectivas).

"Característica de las teologías decoloniales es su pluralismo, si bien dentro de una perspectiva común anticapitalista, antipatriarcal, anticolonial, antisupremacista, antifundamentalista y, ahora, anticristoneofascista"

Son todas ellas teologías emergentes, contrahegemónicas y creadoras de discursos alternativos que intentan responder a los grandes desafíos de la nueva era que estamos viviendo. Característica de las teologías decoloniales es su pluralismo, si bien dentro de una perspectiva común anticapitalista, antipatriarcal, anticolonial, antisupremacista, antifundamentalista y, ahora, anticristoneofascista.

Los diferentes escenarios geoculturales del Sur global en los que se desarrollan dan lugar a un pluriverso de teologías:

-africana (reconstrucción, culturalista, de la liberación, teología Ubuntu);

- asiática (teología dalit en India; teología en diálogo con las tradiciones culturales y religiosas orientales; teología minjung en Corea; teología de la lucha en Filipinas; teología islámica de la liberación, teología confuciana. teología india; teología judía de la liberación, teología palestina de la liberación, etc.);

- latinoamericana (feminista, indígena, afrodescendiente, campesina, ecológica, queer, económica de la liberación, del pluralismo religioso...).

- negra estadounidense

En todas ellas existe una tendencia feminista decolonial que incorpora las categorías del feminismo decolonial y su inter-seccionalidad de género, religión, etnia, cultura, clase social, identidad sexual, procedencia geográfica etc. Lleva a cabo una hermenéutica feminista de los textos “sagrados” y una crítica de las masculinidades hegemónicas y, en el caso de las religiones, de las masculinidades sagradas. Cuestiona las imágenes patriarcales de Dios, que legitiman el patriarcado religioso y el político. Hace memoria subversiva de las antepasadas olvidadas que lucharon por la liberación de toda opresión.    

¿Volver al Concilio Vaticano II?

Hay que volver al Concilio Vaticano II, sí, pero no con la mirada añorante que quisiera repetir hoy aquella experiencia en las mismas condiciones históricas, ya que han cambiado los contextos, sino para re-tomar y hacer realidad sus aportaciones más importantes en los terrenos de la teología, la liturgia, la presencia de la Iglesia en las diferentes sociedades, del diálogo con la sociedad, con las religiones, con las culturas de nuestro tiempo, y continuar las reformas que se congelaron poco tiempo después de su formulación.

Concilio Vaticano II
Concilio Vaticano II

Hay que pasar por el Concilio Vaticano II, pero sin instalarse en él ni quedarse en la letra, sino interpretándolo creativamente. Es necesario reformular el lenguaje del Vaticano II, en buena medida superado, y elaborar nuevos relatos teológicos y nuevas narrativas religiosas acordes con los signos de los tiempos.

La mejor forma de ser fieles al Concilio Vaticano II es responder a los nuevos climas culturales, a los nuevos desafíos de nuestro tiempo desde la apertura al cambio de era que estamos viviendo, con actitudes evangélicas que llevan al compromiso con las personas y los excluidos, en colaboración con los hombres y las mujeres que trabajan individual y colectivamente por una sociedad intercultural, interreligiosa, e interétnica más justa, que ha de traducirse en otro mundo posible y otra Iglesia posible 

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