Fe y ciencia no son enemigas

¿Sabías que fe y ciencia no son enemigas y que, de hecho algunos grandes descubrimientos científicos fueron realizados por sacerdotes y hombres y mujeres de fe?




Algunos episodios del medioevo son usados como tópicos para defender la postura de que la Iglesia ha sido enemiga de la ciencia pero.... ¿realmente es así de sencilla la cosa?




¿Sabías que Copérnico era un monje polaco, por ejemplo?




veamos...




1. Jean Baptiste Carnoy impulsó el estudio de la célula fundando la primera revista científica especializada, La Cellule, en 1884.




2. La Tierra se mueve y el universo no tiene centro. Es lo que escribió Nicolás de Cusa en 1440.




3. Pierre Teilhard de Chardin heredó de su padre la afición a la geología. Como jesuita, viajó por Asia datando los fósiles de cada zona según los estratos donde se habían hallado.




4. El astrónomo Nicolás Copérnico cristalizó la teoría del heliocentrismo, abriendo el camino para que Galileo y otros científicos inaugurasen la astronomía moderna.




5. Roger Bacon introdujo la pólvora en Europa y estudió la luz con ingeniosos experimentos en óptica.




6. El primer animal vivíparo que nació por una fecundación artificial fue obra de Lazzaro Spallanzani. Los experimentos eran su tema de conversación preferido. Lo mantuvo hasta en su lecho de muerte.




7. En 1866, Gregor Mendel publica su experimento sobre las leyes de la herencia genética, que se perdió hasta que se hizo famoso, 40 años más tarde.




8. En 1900 José María Algué presenta su barociclonómetro, un instrumento que mide la fuerza y la trayectoria de los ciclones, imprescindible en los barcos hasta que se inventó la radio.




9. En 1905 Jozef Murgas, pionero de la telegrafía sin hilos, consigue transmitir ondas de radio a una distancia de 30 kilómetros.




10. la abadesa Hildegard von Bingen fue física, filósofa, naturalista, compositora, poetisa y lingüista del medievo. Physica es una obra extensa de nueve volúmenes que se ocupa principalmente del uso medicinal de las plantas, los árboles, las piedras preciosas, los metales y los animales.




El Concilio Vaticano II afirma en Gaudium et Spes 36:


“Si por autonomía de la realidad se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía. No es sólo que la reclamen imperiosamente los hombres de nuestro tiempo. Es que además responde a la voluntad del Creador. Pues, por la propia naturaleza de la creación, todas las cosas están dotadas de consistencia, verdad y bondad propias y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar con el reconocimiento de la metodología particular de cada ciencia o arte. Por ello, la investigación metódica en todos los campos del saber, si está realizada de una forma auténticamente científica y conforme a las normas morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en un mismo Dios. Más aún, quien con perseverancia y humildad se esfuerza por penetrar en los secretos de la realidad, está llevado, aun sin saberlo, como por la mano de Dios, quien, sosteniendo todas las cosas, da a todas ellas el ser. Son, a este respecto, de deplorar ciertas actitudes que, por no comprender bien el sentido de la legítima autonomía de la ciencia, se han dado algunas veces entre los propios cristianos; actitudes que, seguidas de agrias polémicas, indujeron a muchos a establecer una oposición entre la ciencia y la fe.”
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